Chicote viaja hasta Barcelona para ayudar a un restaurante mexicano propiedad de tres socios que no se llevan especialmente bien. El mal ambiente y la falta de entendimiento entre ellos han convertido al restaurante en una ruina. Cristina y Roberto discuten, porque el socio la contesta delante de un cliente. La propietaria lo arregla con un “a tomar por culo” y con dos tequilas. Después, se mete en la cocina para pedir un taco para que le arregle el cuerpo. Al resto de los trabajadores les sorprende, a Chicote y los clientes también “me he tomado dos tequilas y voy con un pedo que te cagas”, confiesa.
Chicote viaja hasta Madrid para ayudar a Óscar con su restaurante de comida tradicional gallega que se ha convertido en una ruina debido a su débil carácter, su falta de liderazgo y unos empleados sin compromiso. Mientras Chicote alucina en ‘El Castro de Lugo’, Cristina, la cocinera, le pide ayuda a San Pancracio para que traiga dinero. No sin salirse de su puesto para rezar y acabar su jornada laboral cuando todavía había gente en el restaurante.
Chicote viaja hasta Madrid, concretamente al barrio de la letras, para ayudar a Fernando,el dueño de un local con décadas de antigüedad, él está enfermo de cáncer y ve cómo el relevo de sus hijos se convierte en un plato imposible de digerir. Alberto Chicote se sienta a la mesa para degustar el menú, unas berenjenas será el plato elegido pero la reacción del chef no será muy positiva.
Chicote viaja hasta Bilbao, en Vizcaya, para ayudar a un restaurante y taberna bilbaínos con una ubicación casi perfecta que se resiente de la irresponsabilidad de sus dueños y de la actitud de una cocinera con un carácter más que complicado. El 'Opila' es “muy bonito” pero en ‘La Reina del Arenal’ necesitaba un cambio importante. Por ello, el servicio de decoración de ‘Pesadilla en la cocina’ ha trabajado para que los dos locales se distingan bien. Ahora, la cocina se complementa con el local, incita al consumo y no tiene que compartirla con el restaurante. El menú también ha cambiado, pero el bacalao de ‘Estrella’ sigue estando presente.
Chicote viaja hasta Ronda, en Málaga, para ayudar a Ángel Pan, el único hijo varón de una familia china con acento andaluz, y dueño de un peculiar restaurante japonés abierto hace algo más de un año en una bulliciosa zona de Ronda. El restaurante, ahora ‘to-toro’, vuelve a abrir sus puertas. Para darlo a conocer, los trabajadores salen a la calle con un look muy “cachondo” que mezcla las dos culturas: la española y la japonesa.
Alberto Chicote llega a ‘La Ermita’, el nuevo reto situado en Alcobendas, al norte de Madrid, condenado al fracaso por las diferencias entre sus tres socios, además de la organización, el servicio, las comandas y las continuas invitaciones a amigos.. Para conocerlo mejor, comienza probando sus platos: un caldo gallego salado y una lubina sustituida por una dorada. El chef intenta averiguar el por qué volvería a un sitio como este, pero no encuentra respuesta, solo el vacile de su propietario.
Alberto Chicote visita 'El Bodegón' para probar su carta y entender donde falla el restaurante. La comida decepciona al chef que encuentra tierra en los berberechos y se sorprende al probar rabo de toro congelado. Después de probar la comida, el chef no aguanta más los gritos y la actitud del propietario y termina cargando contra este en mitad de un servicio: "¿Puedes dejar de taladrarme el cerebro?". Tras unos momentos de gran tensión Alberto Chicote organiza una reunión para que los trabajadores de 'El Bodegón' se sinceren. "En cuanto entra este señor dando voces, ninguno da pie con bola", afirma uno de los trabajadores, algo que el jefe no acepta y deja la puerta abierta a que se marchen.
Chicote viaja a Boecillo, en Valladolid, para ayudar a un viejo amigo, Cristóbal, en el yugo de Castilla, una de las bodegas restaurantes más antiguas de España. Cristóbal ordena a una de sus empleadas que no dejen entrar a más gente porque sólo tienen un menú. Una actitud, con la que al chef no le extraña que los clientes se vayan a comer a otro lugar.
El propietario de ‘La Mansión de Navalcarnero’ tiene una deuda de 40.000 euros. Un dinero al que si no hace frente, su madre Amelia se queda en la calle por poner su casa como aval. La mujer sólo puede pedir ayuda a Alberto Chicote, a quien se le encoge el corazón cuando oye sus palabras. El chef le dice lo que piensa al propietario de su hotel-restaurante sin tapujos mientras él no deja de justificarse todo el tiempo. “Eres Mister Escaqueitor, cada vez que te pregunto una cosa me sales con otra”, le dice.
Alberto Chicote conoce al propietario de su nuevo reto: Pancho, un cubano que quiere invitar al chef a un mojito, para quitarse el estrés de su presencia en el chiringuito de playa. El dueño necesita su ayuda porque su negocio no levanta cabeza. Al parecer, el principal problema está en la cocina con Margot, una cocinera que bebe cuando trabaja y con la que Chicote se verá las caras.
Taberna la Concha' es un restaurante de la aldea del Rocío, en Almonte, Huelva, en el que Antonio, su dueño, es el protagonista indiscutible de la noche, ya que además de pasar por apuros económicos tiene una complicada situación personal al estar casado con el cocinero del establecimiento, Andrés. Además, su carácter imprevisible complica el trabajo de sus empleados y del propio chef Alberto Chicote.
'Las Noches de Moscú', un local en el madrileño barrio de Malasaña del que Alberto Chicote llegó a decir en la presentación de la nueva temporada que se trataba de la peor comida que había probado nunca. Su dueño, Raúl, es uno de los llamados 'niños de la Guerra', que vivió en Rusia 20 años y abrió el establecimiento hace 30 años.
Una extravagante combinación de personalidades amenaza el futuro de un castizo restaurante madrileño. Un dueño desmotivado, una bailarina que quiere imponer la disciplina de su profesión, una cocinera desganada y cargada de trabajo y un camarero cantante son algunos de los ingredientes de este restaurante sin rumbo. Los duros enfrentamientos entre la dueña y la cocinera provocan incomodísimas situaciones.
Alberto Chicote regresa a algunos de los restaurantes de anteriores temporadas para saber qué fue de ellos tras el paso del equipo de Pesadilla en la cocina. Los locales escogidos son: La Tana, La Zapatería, Nouset, El yugo de Castilla y El último agave. El chef madrileño dejará imágenes para el recuerdo: emotivos reencuentros, divertidos regresos y algún que otro sinsabor.
La vida de Sandra le llevó hace un año a regresar a la hostelería con un ingrato recuerdo, pero esta vez su intención era dejar de lado la tradición familiar. Es así como funda la taberna L´Orbayu, en la que comete el grave error de contratar a tres de sus amigas como empleadas. Pesadilla en la cocina tratará de subsanar los fallos en la organización del local.
El equipo de ‘Pesadilla en la cocina’ vuelve a algunos de los restaurantes que ya había reflotado para ver cómo funcionan y comprobar si han seguido sus consejos. En esta segunda parte de ‘¿Qué fue de…?’, Alberto Chicote pisa de nuevo el ‘Anou’, el ‘Sagar’, ‘El Bodegón’, ‘La Barrica’ y la ‘Taberna la Concha’. ¿Habrán salido adelante? o ¿estarán a punto de echar el cierre?
A lo largo de las tres temporadas de Pesadilla en la cocina Alberto Chicote ha intentado reflotar casi 40 restaurantes, de los cuales algunos han conseguido instalarse en la senda del éxito, otros tienen todavía un largo camino por delante y otros no han podido resistir a sus problemas. Sin embargo, en todos, en algún momento u otro el chef ha tenido que descender a los infiernos de la cocina y enfrentarse a momentos inauditos. Alberto Chicote descubre los 7 PECADOS CAPITALES en los restaurantes que ha visitado durante las tres temporadas del programa, entre los que destacan las escenas en las que la pereza, la ira o la soberbia se convierten en protagonistas.
Por primera vez 'Pesadilla en la cocina' viaja hasta Murcia, y lo hace para visitar un restaurante ubicado en un entorno muy particular: una antigua estación de tren regentada por Javier, un ex paracaidista del Ejército cuya mujer lo dejó todo por él. Al principio el local gozaba de mucha clientela, pero muchos de los comensales se marchaban con pequeñas quejas, lo que provocó con el tiempo que no regresaran más. La falta de atención y detalles, una comida de calidad bastante mejorable y el ambiente irrespirable entre el dueño y una explosiva jefa de cocina han hecho de La Estación un restaurante con potencial pero que ha perdido el rumbo. Sólo Alberto Chicote puede ser capaz de que la locomotora que mueve al restaurante no se pare definitivamente. Porque 'Pesadilla en la cocina' es el último tren que tiene La Estación y tiene que tomarlo con todas las consecuencias.
Dos hermanos marroquíes regentan un restaurante en San Sebastián de los Reyes pero el negocio no va bien y las disputas entre ellos son continuas.
Pesadilla en la cocina vuela hasta Baleares para conocer un restaurante italiano ubicado en una paradisíaca playa ibicenca, un paisaje natural de máxima diversión que para muchos podría ser el destino perfecto para iniciar un negocio. Le Terrazze está regentado por Massimo, un italiano para quien el restaurante es la materialización de sus sueños y que confía en poder traer a su familia desde Italia para compartir con ella su gran deseo. Pero hasta que el negocio no marche sobre ruedas no puede arriesgarse a trasladar a toda su familia y si las cosas siguen como hasta el momento, no sólo va a tener que abandonar esa idea sino que se verá obligado a regresar a su país derrotado y con las manos vacías. La cocina no es de calidad, ofrecen una pizza con patatas fritas con un aspecto repugnante y el enfrentamiento entre alguno de sus empleados es insostenible. Una difícil situación que está echando por tierra las aspiraciones de un emprendedor al que le falta tesón y profesionalidad. Además, Massimo se ha rodeado de un equipo joven pero inexperto, dispuesto a trabajar mucho y cobrar poco. Y con ganas de disfrutar al máximo de su estancia en la isla, sobre todo en los momentos de ocio. Casi todos viven juntos en un mismo apartamento y comparten no sólo el trabajo sino también su pasión por trasnochar y por tomarse la última cerveza de la noche justo antes de comenzar el servicio. Por si fuera poco, la falta de implicación y liderazgo del dueño provoca el descontrol total de un equipo algo anárquico, que cree que su jefe no tiene iniciativa, no tiene nada claro y maneja el negocio de una forma desordenada y caótica.
El chef Alberto Chicote llega al 'Brasas' para intentar sacarlo delante de la crisis en la que está inmerso. Para comenzar con su tarea, el líder de 'Pesadilla en la cocina' empieza probando los platos. Una fabada que tiene "muy buena pinta" pero "deja huella" porque su sabor es ácido; una fideuá de cabrales que está "muy blanda" y le da la impresión al cocinero que está "comiendo gusanos" y unas albóndigas que no tienen "ni buen aspecto ni buen sabor". "Y luego dicen que en el pueblo les tienen manía", concluye Chicote..
Pesadilla en la cocina vuelve con un caótico restaurante griego de nombre pakistaní, decoración persa y platos del mediterráneo. Un negocio con un dueño que apenas pasa tiempo en el restaurante, un director demasiado joven y un protagonista absoluto: Martínez, el indomable jefe de cocina que maneja el local como si fuera su propio imperio y que tiene atemorizada a toda la plantilla. Así es el Sukur, el restaurante que visita esta semana Pesadilla en la cocina y al que Alberto Chicote tendrá que hacer frente armado de la mayor de las paciencias y tesón posibles. Un desafío de los más complejos de la temporada, que requerirá de las mejores dotes de cocinero, profesional, amigo y psicólogo del chef. Situado en el cosmopolita barrio gótico de Barcelona, el Sukur gozó en su momento de cierta tradición en la capital catalana. Hace varios años pasó a manos de un nuevo dueño, debido a otras actividades laborales, apenas pasa por el restaurante.
En el nuevo restaurante que visita el chef de 'Pesadilla en la cocina', hay dos cocineros que le van a dar más de un dolor de cabeza a Alberto Chicote y a la dueña del local. La falta de educación de los empleados y la falta de respeto a sus superiores hacen que la jefa esté a punto de sufrir un ataque de nervios, cuando su empleada la empieza a chillar en la cocina. Una mujer que no entiende por qué no puede no puede elevar la voz y que se plantea marcharse si no puede hacerlo.
El programa intentará salvar un restaurante en Hamburgo que descubre una particular situación: el reflejo de la España actual y de la de hace casi medio siglo. En el “Mesón Galicia” conviven dos realidades curiosas y al mismo tiempo terribles. La de un padre que emigró a Alemania durante el franquismo y que comenzó allí desde cero. Y la de su hija, que nacida del Estado del Bienestar en España se ha visto ahora obligada a irse a Alemania con su familia con motivo de la crisis que asola nuestro país. La historia se repite, pero no todos gestionan de igual forma la manera de labrarse un futuro. Antonio emigró a Alemania en los años 60. Tras años de duro esfuerzo en multitud de trabajos (en la mina, en los astilleros, en una fábrica de tabaco…) encontró su lugar en la hostelería y en sus mejores momentos llegó a tener 7 restaurantes en propiedad. Todo un imperio español en el país germano.
'Pesadilla en la cocina' visita 'El Montecillo', una taberna tradicional de referencia en Málaga. A los vecinos les gustaba la comida, el ambiente y adoraban a Matilde, dueña del local y cocinera. Los fines de semana incluso había colas para poder entrar a comer. Todo cambió recientemente cuando un repentino ataque al corazón se llevó al “alma mater” del lugar. 'Pesadilla en la cocina' se enfrenta a un restaurante que le resulta prácticamente imposible reemplazar a quien llevaba el timón del negocio. Una familia que no ha podido superar emocionalmente la pérdida de su cabeza de familia y que no ha sabido tomar el relevo ni mantener la calidad y carisma del restaurante. Ante esta situación, el futuro de El Montecillo se tambalea. Y Alberto Chicote no puede ni quiere permitir que el legado de toda una vida de una madre luchadora y extraordinaria se hunda tan tristemente.
Alberto Chicote se reencuentra, en este especial, con algunos de los casos más emotivos de la historia del programa. El chef visita el “Domine Cabra”, “El Puerto”, “El Chiringuito del Tío Matías” -ahora renovado como “El Cubano”- y “El Edén” para ser testigo más que nunca de las dos caras de la moneda. ¿Qué ha ocurrido tras la marcha de Alberto Chicote? ¿Cómo han sobrellevado los cambios? ¿Habrán logrado sobrevivir o las circunstancias han podido con ellos?.
'Pesadilla en la cocina' viaja hasta Barcelona para visitar La Taberneta, un restaurante de tapas mediterráneas y uruguayas que además ofrece en su carta platos de comida XL: megahamburguesas de 1 kilo, perritos calientes de medio metro, sándwiches gigantes… Un regalo que la mujer de Walter, el cocinero y responsable del local, le hizo para que convirtiera su sueño en realidad. Sin embargo, ella invirtió todo su dinero y él no invierte el suficiente esfuerzo en ofrecer comida de calidad, responsabilizarse de las cuentas o mantener la cocina limpia. En La Taberneta pocas cosas funcionan. La calidad de los ingredientes es de segunda, la carne sale pasada, las patatas se fríen dos veces, la grasa se acumula en platos y cocina… Y la responsabilidad es de Walter que, desmotivado y con actitud irresponsable, trabaja de forma descuidada, manipula los alimentos con desgana, grita hasta el exceso y no gestiona el restaurante de forma adecuada.
La realidad que descubre Chicote al visitar “La Corte” será desoladora. El lugar de medieval apenas tiene la decoración, la comida no es buena y los camareros se ‘evaporan’ en pleno servicio para fumar o incluso ir al bar de al lado a tomarse algo. Además, la amistad entre Jonathan y los camareros es tal que nadie reprende a nadie cuando hace algo mal. Las cuentas ya no salen y, de seguir así, Jonathan va a perder todo lo que tiene y va a arrastrar con él a unos padres entregados y también algo perdidos. Es necesario cambiar de raíz la forma de trabajar, inyectar altas dosis de responsabilidad y cortar por lo sano las malas costumbres.
'Pesadilla en la cocina' visita el Yatiri, un restaurante ibicenco en la cuerda floja. Espiritualidad, respeto al mundo, paz, amor… Ese es el ambiente que se respira en este restaurante de comida orgánica en plena isla de Ibiza que detrás de su “filosofía zen, relajada y feliz” esconde meses de pérdidas, una profunda desorganización y una peculiarísima familia poco consciente de su verdadera situación. Al frente de este panorama se encuentran dos ex modelos y hermanas que, animadas por su místico padre, abrieron hace poco más de un año el Yatiri sin saber absolutamente nada del negocio. Hasta entonces, la buena vida y los viajas ocupaban su día a día. Pero quisieron asentarse y creyeron que un restaurante era la mejor forma de tener algo propio. Meses de continuas y enormes pérdidas les han quitado la razón y ahora están en la cuerda floja, desmotivadas y sin saber qué cambiar para que el negocio no termine completamente hundido.
Alberto Chicote se enfrenta a un restaurante que comparte un ingrediente principal con muchos de los difíciles casos que ha conocido el chef: la errónea creencia de que montar un restaurante es fácil. Pese a las buenas intenciones y el propósito de trabajar duro, Ariadna y Juanjo están sobrepasados. Quieren abarcar demasiado y no tienen la formación necesaria para llevar a cabo sus tareas con eficacia. Además, en el restaurante no se actúa en equipo, la comunicación entre sala y cocina es pésima y las peleas continuas de Juanjo con el padre de Ariadna impiden que ninguno se centre en sacar adelante los servicios. No hay compenetración y las consecuencias pueden ser fatales. Si Juanjo y Ariadna no aprenden a marchas forzadas, siguen al pie de la letra los consejos de Chicote y consiguen reconducir la relación personal de yerno y suegro, L´Olive viajará inevitablemente hacia un claro destino: el fracaso.
Chicote regresa por segunda vez a algunos de los restaurantes a los que ha intentado salvar en ediciones anteriores. En esta ocasión, el chef se enfrenta a cuatro de los casos más difíciles de la historia del programa, restaurantes que estaban rozando el precipicio y cuya solución se venía prácticamente imposible. Chicote se reencuentra con las historias de “La Parrilla de Poli”, el “Cool Palace”, “La estación” y “El parador de Villa” y comprueba la forma en la que han seguido – o no – sus consejos para convertirse en lo que son hoy. ¿Qué pasó cuando las cámaras se apagaron y Alberto Chicote terminó su trabajo? ¿Habrán aprovechado la visita del programa para solucionar sus problemas?
Alberto Chicote sube al ring de combate para enfrentarse a las situaciones más comprometidas de toda la temporada. El chef protagonizará una pelea cuerpo a cuerpo llena de golpes bajos que le pondrán contra las cuerdas y le harán estar a punto de tirar la toalla. De esta manera, Pesadilla en la cocina repasa algunos de los momentos más potentes de la cuarta temporada bajo el paraguas de la temática pugilística y dividida en 10 rounds. Entre ellos veremos pruebas de menú que dejaron a Chicote al punto del KO o momentos en los que el chef hace gala de una de sus especialidades y asalta por sorpresa las cocinas de Pesadilla en la cocina pillando a los cocineros con la guardia baja.
Abusar del aceite, descuidar los detalles, huir en los momentos difíciles, desconocer la carta del restaurante, perder el control delante de los clientes … Estos son algunos de los errores más comunes de los restaurantes que Alberto Chicote ha visitado en la última temporada, que Pesadilla en la cocina repasa en un catálogo de incómodas situaciones que conducen directamente a un negocio de hostelería al fracaso total. Momentos tensos, cómicos y explosivos que demuestran que estar al frente de un restaurante requiere mucho más de lo que parece. Para evitar las caídas más dolorosas y el fatídico cartel de “Cerrado” o “Se traspasa”, el programa abre las páginas de su particular Manual para salvar un restaurante que, a través de más de una decena de lecciones, disecciona los problemas en los que caen muchos dueños de restaurantes, chefs o camareros y cuyo aprendizaje puede ser la única tabla de salvación.
“Pesadilla en la cocina” comienza temporada con una misión excepcional, en la que Alberto Chicote se subirá a un barco para intentar reflotar el restaurante de lujo que hay en él. Su dueño, Fred, un francés carismático y emprendedor, lo describe como un negocio refinado y de alto nivel. Sin embargo, la realidad es algo distinta: las camareras son gogós, el propietario está empeñado en servir chuletones en alta mar y por no haber no hay ni mesas. Una estampa cómica al tiempo que desalentadora que Alberto Chicote intentará reconducir para salvar el negocio que se está llevando por delante todos los ahorros del millonario dueño.
Alberto Chicote llega al restaurante 'Don Super Pollo' y decide pedir en el servicio que ofrecen para llevar la comida en el coche. Tras pedir medio pollo, el chef de Pesadilla en la cocina se da cuenta que le han cobrado uno entero. Alberto Chicote se encuentra con que los clientes empiezan a devolver los platos. Una lasaña congelada despierta las tiranteces entre el chef de Pesadilla en la cocina y el jefe de cocina. Chicote no se queda callado. En el servico de Don Super Pollo, Alberto Chicote se dispone a ver los errores realizados. Tras el caos ocasionado debido a la desobediencia de los trabajadores, Helena entra en un estado de desesperación que le hace abandonar. Los trabajadores de Don Super Pollo comienzan a discutir durante uno de los servicios delante de la clientela, asombrada ante el panorama. Tanto Alberto Chicote como Helena, la propietaria, intentan mediar en el enfrentamiento. Alberto Chicote muestra al equipo del Don Super Pollo los cambios realizados en el restaurante. Un cambio de imagen, de decoración del local, de presencia y sobre todo, un formato diferente y nuevo de la carta. Alberto Chicote empieza a desesperarse en el inicio del servicio de reapertura del 'Don Super Pollo'. El jefe de cocina está paralizado y bloquea el servicio. El chef de Pesadilla en la cocina no da crédito.
Alberto Chicote se vuelve a embarcar en una misión internacional y viaja hasta Utrecht, pintoresca ciudad de los Países Bajos, para visitar el ELE, un restaurante español que después de años de éxito y gloria comienza a hacer aguas. El local está regentado por un extrovertido paraguayo con raíces españolas, amante del flamenco y a veces más entusiasmado en montar su singular espectáculo –él lo llama dinner show– que en controlar el negocio. Será el dueño más imprevisible de la temporada, capaz de cantar subido a las mesas o impedir el paso de los camareros mientras dura su actuación entre mesa y mesa. A pesar de estar situado en una de las zonas más turísticas de la ciudad, que anualmente atrae a miles de visitantes, el restaurante se encuentra hoy en una complicada situación que puede llevarlo al cierre, algo que para su dueño significaría también el cierre de todo un sueño.
Pesadilla en la cocina viaja esta semana a Alicante y visita el Hot Beach, un negocio de magnífica ubicación en el puerto de Alicante, que abrió hace tres años un veterano hostelero y su pareja. Su enorme variedad de usos – restaurante al uso, local de eventos, chill out, discoteca… - le ha dado amplitud de negocio pero también lo ha convertido en un lugar que abarca todo y no abarca nada. Los fines de semana sobrevive con las despedidas de solteros y demás eventos pero entre semana apenas tiene clientes. Además, a pesar de la pretensión de elegancia y calidad que quieren que respire el restaurante nada tiene que ver con la verdadera imagen que transmite. Los empleados coinciden en que pocas cosas funcionan en el Hot Beach. Los electrodomésticos apenas marchan bien, el cocinero es en realidad albañil, los camareros no son profesionales y la pareja del dueño, según sus trabajadores, no funciona como socia.
‘Pesadilla en la cocina’ visita Ferrol, histórica ciudad en cuyo casco antiguo se encuentra este restaurante familiar liderado por un matrimonio que a pesar de no tener experiencia en hostelería se lanzaron hace varios años al negocio y crearon el Irlanda. A ella, una mujer de ímpetu, decisión pero poco control sobre los problemas, se le une su marido y también propietario, un hombre completamente superado por las circunstancias y abatido ante la imposibilidad de tirar adelante con el restaurante. Pero la falta de mando y firmeza de los dueños no es el único punto flaco del Irlanda. La mala comunicación con el cocinero y una plantilla decaída que aprovecha esa debilidad contribuyen a que en el restaurante los servicios acaben siendo excepcionalmente lentos y caóticos. A pesar de la abundancia de los platos y de una comida con errores poco visibles a primera vista, la desorganización que hay en sala y cocina impiden que el Irlanda salga adelante.
El programa visita el Baltias, un restaurante situado en un barrio residencial madrileño, regentado por un visceral cocinero y un dueño dominado por la apatía y la desgana. Su cocina no está a la altura, su propietario ha perdido las ganas y el negocio sufre la desorientación de un servicio sin rumbo El Baltias abrió sus puertas hace menos de un año pero, de seguir así, se verá abocado al cierre irremediablemente. Su cocina es más pretenciosa de lo que debiera. Y su cocinero, demasiado tozudo para aceptar que ni su cocina es un dechado de limpieza ni sus platos un ejemplo de buen hacer culinario. Así es Baltias, el restaurante que visita esta semana ‘Pesadilla en la cocina’ y en el que Alberto Chicote vivirá momentos extremos en los que la presión y los nervios jugarán malas pasadas. Todo comenzó un año atrás cuando Luis, encargado de restaurante de larga trayectoria, decidió abrir su propio restaurante junto a su pareja Esther, sin experiencia alguna en restauración.
El Juan de Austria es un restaurante de carretera madrileño de lo más tradicional con una oferta basada en menús y bocadillos. Sin embargo, su carta es disparatadamente larga y sus raciones, bastante desproporcionadas. A pesar de haber trabajado toda la vida en la hostelería, su dueño Enrique ha perdido las riendas de este negocio que abrió hace cuatro años y que ha pasado del éxito a ser un constante cúmulo de problemas y despropósitos. La causa, su complicado carácter y la difícil relación que mantiene con su hija, igualmente brusca en las formas y bastante desmotivada respecto al restaurante. En medio, la hora de las hermanas, testigo impotente de la caída de un sueño familiar que, de seguir así, puede tener pronta fecha de caducidad. Alberto Chicote se verá las caras con un dueño autoritario, una plantilla bastante pasota y una cocinera sin estímulos que no parece ser consciente de la realidad: el restaurante arroja grandes pérdidas que pueden llevarlo todo al traste.
Chicote y su equipo viajan a Italia pero sin salir de Andalucía, para visitar ‘Il tartufo’, un restaurante italiano ubicado en plena localidad gaditana de Ubrique. Una pizzería con servicio a domicilio capitaneado por Andrea y Mina, dos hosteleros italianos que llevan toda la vida en el mundo de la restauración y que han tenido locales de éxito en Madrid, Cádiz… Pero de su actual negocio no pueden decir lo mismo. El restaurante hace aguas: el dueño está frustrado profesionalmente, el servicio a domicilio flaquea y la comida no es genuinamente italiana. Al ser un negocio con servicio a domicilio, por primera vez Alberto Chicote ejercerá de verdadero cliente y llamará desde su hotel para recibir la comida y probarla antes de conocer el local y a sus dueños. Tras comprobar que los platos distan mucho de ser verdaderamente italianos, el chef acudirá al restaurante para certificar que ‘Il tartufo’ está verdaderamente en problemas.
El programa acude a un restaurante muy peculiar: el de un camping. Situado entre Granada y las pistas de Sierra Nevada, el “House Café” es un negocio en horas bajas con un matrimonio al frente que hace ocho años se hizo con este establecimiento con la idea de reflotarlo. Sin embargo, se ha convertido en el mayor de sus problemas y en el causante de un cruce de acusaciones y constantes discusiones. La pareja no consigue cumplir el sueño con el que llegaron y si nadie lo remedia, el negocio no superará su peor momento. Es una dura prueba de paciencia para el chef Chicote, que no duda en quedarse a dormir en el particular camping que acoge al restaurante para valorar debidamente el establecimiento en su conjunto e intentar encontrar las causas del problema que asola ambos negocios.
Alberto Chicote en Pesadilla en la cocina se enfrenta a la cocina de 'Terraza Rocío'. Un restaurante muy criticado por su comida y por la higiene de su cocinero. "¿Notas esa acidez?", le pregunta Chicote a la dueña. Alberto Chicote visita en Pesadilla en la cocina un restaurante al que los clientes no van debido a que les da asco el cocinero. "Tú no eres cocinero, tú eres terrorista", asegura el chef madrileño.
25 despidos en tres meses. Este es sólo uno de los reveladores datos a los que se enfrenta Alberto Chicote nada más pisar el Café de Zamora, el reto que asume esta semana ‘Pesadilla en la cocina’ en la localidad que da nombre al negocio. El programa viaja hasta Castilla y León para conocer a Sole, una veterana hostelera con mucho carácter y un restaurante que, a pesar de su privilegiada ubicación, el casco antiguo, se encuentra hoy en horas bajas. Una situación que ha derivado en serios problemas económicos para su singular dueña. El mal funcionamiento del negocio es evidente pero las causas, completamente diferentes según se escuche la versión de la dueña o la de los empleados. Para ella, más centrada en encontrar culpables que en sacar el trabajo, el problema se encuentra en que nadie cumple sus exigentes órdenes.
Alberto Chicote acude a la llamada 'María la portuguesa'. Se encuentra ubicado en el centro de Madrid, la zona más turística y con más potencial de la capital para la hostelería. Pero tiene una inusual particularidad: está prácticamente vacío. Alberto Chicote acude a este restaurante de tradicional comida lusa que, con sólo unos meses de vida, ya está cayendo en picado y tiene pocas perspectivas de futuro. Causas no hay sólo una pero la más evidente recae en su dueña, una emprendedora portuguesa que pasa la mayor parte del tiempo en su otro negocio y que ha dejado al restaurante en manos de su singular socio, que tiene todo descontrolado. Una plantilla inexperta y frustrada y uno de los mayores despropósitos culinarios que haya visto Alberto Chicote en su extensa trayectoria en Pesadilla en la cocina, la francesinha – el típico sándwich portugués – que se prepara en el restaurante, son otros de los ingredientes que hacen de este negocio un verdadero disparate hostelero.
Alberto Chicote se enfrenta al cocinero más excéntrico del programa. Se retuerce por el suelo, habla con alimentos como las patatas o abandona la cocina en pleno servicio para ir a casa a ducharse. Incluso dice ser de Júpiter cuando hace gala de su peculiar sentido del humor. Así es el cocinero de El Rey Resto Bar, un restaurante familiar situado en plena calle principal de Balsicas, localidad situada en el Mar Menor, que se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para su dueña. Sin embargo, el verdadero problema no sólo recae en el cocinero. El restaurante se ha convertido en un motivo de discusión constante, la plantilla está dividida y las luchas de poder entre la dueña y sus hijas amenazan con hacer caer el negocio. Sólo atendiendo a los consejos de Alberto Chicote y entregándose los desafíos de ‘Pesadilla en la cocina’ podrán conseguir encaminar un restaurante que, de seguir así, no tiene un futuro esperanzador.
En Nochebuena se come mucho, se canta mucho y también, seamos sinceros, se discute mucho (especialmente en la cocina). Alberto Chicote regresa a los fogones y, en esta ocasión, vive una 'Nochemala en la cocina', un programa que resume los mejores momentos del programa, los más tensos y los más divertidos.
Por primera vez el chef acude a la llamada de un restaurante chino, el Mizuna Thai, que, en un intento de renovarse para adaptarse a los nuevos tiempos, tomó una decisión cuanto menos arriesgada. Con la noble intención de atraer nuevos públicos, el Mizuna Thai dio un brusco giro de timón y decidió convertir su oferta en una combinación imposible de comida tailandesa, japonesa, china y coreana. Sin embargo, ni clientes ni empleados logran entenderla, lo que provoca un enorme desconcierto entre quienes acuden a comer y un caos terrible entre los propios trabajadores. El problema no es otro que el ambicioso, y descabellado, proyecto del hijo de la dueña, que en un momento tomó el relevo del restaurante con más ilusión que efectividad.
Pili es una mujer con carácter. Con mucho carácter. Después de trabajar años como cocinera decidió abrir su propio negocio y se puso al frente de un restaurante familiar en el Casco histórico de Castro Urdiales. Pero las cosas han ido de mal en peor y si no toma pronto tanto las riendas de su negocio como las de su vida, “Casa Pili” tendrá los días contados. Las razones: la mala organización, los gritos constantes y la ínfima calidad de la comida, con la que la mismísima dueña sufre náuseas. Para intentar salvar el restaurante y ayudar a Pili a reconducir su forma de hacer las cosas, ‘Pesadilla en la cocina’ viaja por primera vez a Cantabria y lo hace con un Alberto Chicote entregado a una causa compleja y no exenta de dificultades. Porque el ambiente que se respira en no es nada fácil.
Alberto Chicote viaja hasta Almería para conocer 'Generación del 27', un mesón y taberna con actuaciones musicales que, pese a tener un nombre que suena a Club de lectura, parece más el escenario de una novela negra. Los camareros son inexpertos y a veces consumen más de lo que sirven; la cocinera descarga su ira contra el mobiliario del restaurante; y el propio dueño lanza los platos a sus empleados. Por no hablar de la comida: por primera vez, Chicote será incapaz de probar un solo bocado de la escasa oferta del menú debido al estado de los platos. Porque puede ostentar la categoría de restaurante con la peor comida en la historia de 'Pesadilla en la cocina'. En pleno centro de Almería se encuentra un mesón y taberna con actuaciones musicales en manos de Paco, un dueño curtido en mil batallas. Tras trabajar toda su vida en la hostelería, Paco decidió tener su negocio propio y se hizo con este restaurante, pero su plan no parece haber salido como esperaba.
Lo único que es verdad en A Cañada son los premios. A lo largo de los años han recibido diversos galardones por su comida, cuya fabada han llegado a coronar como la ‘Mejor del mundo’. Pero al parecer, una vez conseguidos los laureles, dueña y cocineros de A Cañada se han relajado. Y han decidido utilizar el buen nombre de las medallas obtenidas para “vender” como casera una fabada que en realidad es de bote. Además de actitudes tan cuestionables, Alberto Chicote descubre que el aceite de la freidora lleva semanas sin haberse cambiado, que la cocinera detesta rellenar los cachopos, que la comida deja mucho que desear y que los camareros ni si quiera saben escanciar la sidra como se debiera. El chef se topa con decepción tras decepción, además de ser testigo de cómo la dueña pierde los nervios, la cocinera da constantes excusas cada vez que hay un problema y los camareros no están lo suficientemente entregados debido a la organización en el restaurante. Sin embargo, Nati, la dueña, no es consciente de lo que ocurre. No sabe por qué no funciona el restaurante ni comprende cómo un local con tantos premios tenga cada vez menos afluencia de clientes y más deudas. Ella piensa que el problema es que el personal está muy relajado pero ellos tienen otra versión sobre el misterio de A Cañada: dicen que no hay organización alguna y que a Nati le faltaría ejercer más de jefa. Las culpas van pasando de unos a otros pero ninguno se aclara. Alberto Chicote tendrá que descubrir qué es lo que ocurre verdaderamente en ese “asturiano” y conseguir que Nati se enfrente a la realidad por muy dura que resulte. No será sencillo en un lugar en el que no todo es lo que parece
Alberto Chicote visita El Rosal, en Córdoba, que de primeras parece más un culebrón que un restaurante. La hija no se habla con su madre, los padres sólo se comunican discutiendo y la inexperiencia les lleva a cometer constantemente errores de principiante. Azotada por la crisis, esta familia perdió recientemente su casa y se lo juegan todo en un negocio del que saben bastante poco. Alberto Chicote tendrá que averiguar qué falla realmente en este restaurante regentado por los gritos, las lágrimas y las raciones desproporcionadas. Situado de camino a la sierra cordobesa, El Rosal es un restaurante familiar de gastronomía local que no consigue levantar cabeza. La inexperiencia, son novatos en el mundo de la hostelería y se les nota a diario, les lleva a ofrecer raciones desproporcionadas. Ejemplo de ello son los enormes flamenquines que sirven, pensando que la cantidad puede atraer a más clientes que la calidad. Además, los problemas personales afectan al negocio y las desavenencias familiares se trasladan a salón y cocinas. Las graves tensiones entre ellos provocan desagradables situaciones y la imposibilidad de ver las cosas con perspectiva para gestionar el negocio como debiera. Las constantes discusiones están destrozando un matrimonio que lo puso todo en el difícil negocio de la hostelería, después de haber perdido su casa y creyendo que el restaurante podría ser su tabla de salvación. Pero los problemas de comunicación – madre e hija ni siquiera se hablan -, las tensiones diarias y la falta de experiencia se están llevando por delante no sólo el negocio sino también el futuro de toda la familia. Durante su visita al restaurante, Alberto Chicote descubrirá que las versiones de cada miembro de la familia acerca del posible problema son tan radicalmente distintas que no va a resultar sencillo llevar a buen puerto el desafío de ‘Pesadilla en la cocina’ en su periplo por tierras cordobesas.
El programa viaja por primera vez a Melilla y lo hace con la intención de ayudar el restaurante-tetería de un joven dueño de lo más particular. La Tetería Nazarí está regentada por Mohamed, un amante de este tipo de gastronomía y un jefe completamente desconcertante: es déspota y tierno al mismo tiempo, se emociona en el momento menos esperado y tiene tanto miedo a que le copien sus recetas que no las ha revelado a nadie, ni siquiera a sus empleados. Mohamed mantiene un absoluto misterio en torno a ellas. Son su gran orgullo y siente que nadie más debe conocerlas. Como cocinero, incluso llega a esconderse para que nadie vea sus platos hasta que no están completamente acabados. El problema es que él está convencido de la excelencia de sus platos, a los que Alberto Chicote llega a calificar de “comida de estudiantes” debido a su mala calidad.
Esta semana Alberto Chicote visita Valencia pero no precisamente para disfrutar del sol y su gran gastronomía sino para enfrentarse, en una difícil batalla, a un matrimonio que ha perdido el norte en la manera de dirigir su negocio y en el que las discusiones, los gritos e incluso el maltrato a la comida están a la orden del día. A la falta de compenetración de los dueños se le unen unos empleados muy desgastados por la mala comunicación de sus jefes y un descubrimiento al que Chicote está cada vez más acostumbrado pero que no deja de sorprenderle: cucarachas en el salón. De esta manera, el chef se enfrenta a un negocio con problemas pero también a una grave crisis matrimonial, que pueden llevarse por delante la estabilidad profesional y personal de sus dueños. Además, las pérdidas que lleva generado el Racó Maritim no ayudan a superar el difícil momento por el que pasa el restaurante. Una comida mediocre, la ausencia de un mando claro y un servicio caótico pueden hundir un transatlántico con un enorme potencial pero con problemas todavía mayores. Alberto Chicote tendrá también que enfrentarse a un cocinero que se encara con él hasta límites extremos que podrían provocar situaciones más que desagradables. Pese al entorno paradisíaco en el que se encuentra el negocio, el Racó Maritim deberá asumir cambios radicales si quiere salir del agujero en el que se encuentra. Y el matrimonio que lo regenta tendrá que cambiar muchas cosas si no quieren que todo se acabe.
"Si usted no quiere seguir esperando, lo mejor que puede hacer es marcharse". Así responde a uno de sus clientes la dueña de La Casuca, un restaurante de la localidad madrileña de Móstoles que hace varias décadas fue uno de los mejores locales del municipio pero que hoy, en manos de la hija del dueño y su marido, ha perdido a la mayor parte de su clientela. El problema: la familia está dividida en dos bandos. Y para complicarlo todo, son los más inexpertos quienes más mandan. Alberto Chicote se enfrenta a este restaurante en el que el poco respeto hacia los clientes, los malos modos, una comida de baja calidad y una apatía que empieza a llevárselo todo por delante están haciendo que se hunda con toda la familia dentro.
Alberto Chicote y Pesadilla en la cocina viajan por primera vez a Pamplona para descubrir cuál es el verdadero problema del 'Olé'. Optimista e inexperto, su dueño no ve lo que para muchos es evidente: la decoración andaluza en un lugar nada andaluz no concuerda; las rancheras que se cantan en directo tampoco hacen que el público se sienta muy integrado en el entorno; el servicio se equivoca constantemente, la carta no es precisamente exquisita… Y para rematarlo, existe una guerra abierta entre los empleados y entre los empleados con el dueño que provoca diariamente un ambiente enrarecido difícil de soportar. Gritos, insultos y malos modos son el día a día de una cocina y un salón que, de seguir así, terminará por cerrar más pronto que tarde. Además, al 'Olé' le falta mucha organización y le sobra suciedad. Buena parte de la comida es congelada y ante las cámaras del programa una clienta ha encontrado un pelo en un plato y otra una larva de gusano en una ensalada. Con estos antecedentes el desafío de Alberto Chicote no será nada sencillo. El chef tendrá que hacerle ver al dueño del 'Olé' lo que él por sí mismo no es capaz de ver. Sólo así se podrá poner la primera piedra para que el resto del camino sea más llevadero y, sobre todo, más profesional.
En el programa, el dueño quería tener un restaurante refinado pero ahora sólo ofrece bocadillos de mala calidad, sándwiches resecos y una comida de espanto. Así se resume la historia de Cristian, el propietario del restaurante Phoenix, en Elche, un peculiar italiano con grandes sueños que no llegan a cumplirse. De montar una marisquería de nombre poco apropiado, pasó a darle un giro al negocio y convertirlo en una hamburguesería, bocatería y tapería que a juicio de Alberto tiene una de las cocinas de peor calidad que han pasado por 'Pesadilla en la cocina'.
Alberto Chicote viaja a Jerez de la Frontera para intentar reflotar, por primera vez, un mosto, una de esas ventas de campo que ofrece vinos y gastronomía de la tierra. Se trata del Mosto Tejero, un local que forma parte de la ruta del mosto, muy popular en la zona, que tras décadas de esfuerzo y alegrías hoy se encuentra en horas más que bajas y con un pie muy cerca del cierre. Al frente del negocio está Juan, "Juanete" para los amigos, un dueño muy particular que define su propio restaurante como "una sesión de Almodóvar". El propietario se pasa el día alternando con sus amigos, dueño y empleados tienen miedo a cocinera y los gritos entre unos y otros están a la orden del día. Por no hablar de la calidad de la comida, que deja tanto que desear que hay comensales que abandonan el restaurante sin ni siquiera probar los platos. Juan se encuentra al límite. La llamada a Chicote es su último intento de salvar la venta. Pero al cocinero no le resultará fácil. ¿Será Juan capaz de cambiar de actitud y aceptar sus responsabilidades en el restaurante?
En 'La cueva de Juan' las razones por las que el negocio cae en picado no son tan obvias para Emilio y para Carlos, dueño y empleado. Cada uno tiene una versión completamente diferente y esta realidad no ayuda en absoluto a que se pueda solucionar el problema. Emilio se escuda en que Carlos es demasiado serio y que no sirve las mesas con el desparpajo y la gracia con el que las que él las serviría. Por su parte, el encargado denuncia la enorme carga de trabajo que lleva encima y las interminables jornadas que ha de trabajar para poder hacer las tareas que tiene encomendadas, además del despotismo de Emilio, su absoluta dejadez, su falta de preparación y su manera de mirar a un lado ante los problemas. El desinterés de Emilio es tal que Carlos afirma haberse tenido que llevar trapos y manteles a su casa para lavarlos allí, tarea que pertenece en absoluto a las de un empleado. Estas diferencias, una vez salen a la luz provocarán un duro enfrentamiento entre ambos cargado de gritos, insultos y provocaciones físicas que Alberto Chicote intentará sofocar para evitar males mayores. El restaurante se hunde y amenaza por llevarse por delante a Emilio y a Carlos. La llegada de 'Pesadilla en la cocina' es la única oportunidad para abrirle los ojos al dueño e intentar hacerle cambiar de actitud para que tome las riendas del negocio. ¿Logrará el chef templar los ánimos y convencer al dueño de 'La cueva de Juan' de que asuma sus responsabilidades y empiece a tomar decisiones razonables?
Caos. Confusión. Desorganización. Estas son algunas de las palabras que mejor describen una jornada en 'El jardín del pensador', un restaurante situado a las afueras de la ciudad de Plasencia que se encuentra decaído y que no remonta. Cuando se convirtió en su dueño hace 5 años, Félix, descubrió algo que no esperaba: el restaurante arrastraba deudas. Y en este tiempo, a pesar de sus esfuerzos, no ha conseguido levantar cabeza ni que lleguen los clientes. Como resultado, las deudas siguen creciendo y el ambiente en el restaurante está cada vez más enrarecido. Poco le costará a Alberto Chicote descubrir que uno de los grandes problemas de 'El jardín del pensador' es el propio Félix, un dueño sin dotes de mando, al que nadie respeta ni hace caso y que no es capaz de organizar a su equipo ni dentro ni fuera de la cocina. Sus empleados creen que es un buen tipo, pero todos coinciden en que no tiene autoridad, no tiene carácter y no sabe mandar. Él, por su parte, lo tiene claro: se arrepiente de haberse puesto al mando del restaurante. Pero ahora, dada la situación en la que se encuentra, no quiere tirar la toalla porque quiere mantener a sus empleados y salir adelante.
Alberto Chicote encara un nuevo reto en “Pesadilla en la cocina” y se desplaza hasta Sant Boi de Llobregat para ayudar, por primera vez en la historia del programa, a un food truck llamado “El submarino” que hace aguas por todas partes, un negocio a punto de hundirse al que sólo le queda una última oportunidad para salir a flote. “El submarino” es el proyecto personal de un emprendedor, Manuel, que venía de un sector muy diferente al de la hostelería, la contabilidad, y que desde hace más de 2 años está al frente de este negocio itinerante junto a su pareja y la hija de ella. El mayor temporal al que se enfrenta “El submarino” es el ambiente de trabajo. Manuel cree hacerlo todo correctamente y no deja que nadie más tome las riendas del restaurante. Sin embargo, está equivocado. También cree que la comida es de buena calidad, a pesar de que en realidad la oferta culinaria es tremendamente pobre y mala. El fracaso del negocio puede llevarse por delante la economía familiar pero también su relación con Carmen, su pareja. Ambos han invertido todos sus ahorros en el negocio y es hora de tomar una drástica decisión. La llegada de Alberto Chicote es su última oportunidad para que el negocio salga a flote y el capitán del barco tome las riendas de forma acertada.
Tacos, nachos con queso y guacamole, arroz con frijoles… Estos platos podrían recordar a México si el sabor acompañara. Pero en el restaurante "Pepe's Cantina", un tex-mex ubicado en plena ciudad de Rota (Cádiz), el menú está muy lejos de tener algo que ver con la gastronomía del país azteca. Y con el funcionamiento de un restaurante como debiera. "Pepe's Cantina" nació de una historia muy particular: su dueño, Pepe, abrió el primer restaurante mexicano de Ámsterdam. Y fue un éxito. Años después, con la experiencia y el buen sabor de boca bajo el brazo, regresó a España y abrió el "Pepe's Cantina" en Rota. Sin embargo, los últimos tiempos están siendo muy difíciles y el restaurante está cada vez más hundido. Razones las hay de todo tipo y colores. Para Pepe, el descenso de americanos en la base de Rota ha provocado una caída de clientes, pues son ellos lo más devotos de la comida mexicana. Para su hijo José Carlos, que trabaja como ayudante de cocina, el problema está en el carácter de su padre, que no acepta críticas y ni nada que no sea su opinión. Y María, la camarera, está convencida de que la mala organización y la difícil relación de Pepe con su hijo y con los clientes es lo que ha provocado la caída de clientes. Sin embargo, Alberto Chicote descubrie que hay mucho más detrás de esta cantina y que no va a ser nada fácil intentar reconducir un negocio como este.
“A la parrilla” era un negocio familiar, situado en un local casi centenario que durante décadas gozó de una salud inmejorable. Al frente de la cocina se encontraba la madre de Toni, el actual dueño del negocio, una cocinera excelente que mantenía un nivel de calidad muy elevado. Sin embargo, desde que se jubiló, el restaurante no ha vuelto a ser lo que era. La comida deja bastante que desear, el servicio es un descontrol y la clientela no se mantiene. La situación es más que delicada y Toni ha perdido por completo la ilusión y las ganas de luchar por su negocio.
'La Tarantella' es un restaurante napolitano regentado por Nicola, su mujer Carmen y los dos hijos de ambos, que conoció el éxito durante más de una década. Sin embargo, los últimos tiempos están siendo terribles para el negocio, que no recibe clientes y que no sabe cómo salir de una situación cada vez más difícil. Nicola, su dueño, se considera imprescindible y cree que los demás no están a la altura. Además, las ganas le fallan y el ánimo a la hora de dirigir el negocio que antes tenía, se ha esfumado. Las deudas no ayudan y tanto el futuro del restaurante como el de su familia penden de un hilo. El panorama que Alberto Chicote se encuentra al llegar a 'La Tarantella' es desolador y la suciedad campa a sus anchas.
Una taberna andaluza en Valencia. Si todo lo demás estuviera a la altura, el titular pasaría por ser simplemente anecdótico. Pero la 'Taberna Lolailo' es mucho más. Y también mucho menos. Alberto Chicote viaja al Mediterráneo para acudir a la llamada de Mara, dueña de un restaurante tan peculiar como ella que hace aguas por todos lados con motivo de las risas, el descontrol y el jolgorio que reina a todas horas en el negocio. La falta de seriedad del equipo, la escasa profesionalidad y una comida de una ínfima calidad hacen del 'Lolailo' un despropósito adornado con diversión y ganas de pasárselo bien. Sin embargo, tras tanta risa y descontrol, la realidad no es tan divertida. La taberna cae en picado y nadie tiene muy claro el por qué. Alberto Chicote tiene que armarse de paciencia si quiere hacerle entender al equipo que sólo el más absoluto tesón y seriedad lograrán salvar un negocio que va camino de la ruina.
Pesadilla en la cocina viaja a Valencia para acudir a la llamada de auxilio de los San Filippo, una familia siciliana de tradición hostelera que a pesar de haber tenido éxito profesional en el pasado hoy vive una situación cada vez más desesperada. Los clientes no entran y los que entran no vuelven. Debido a la mala marcha del restaurante, la madre y el hijo mayor decidieron darle un giro a su cocina y hacer fusión italiano-española. El resultado: platos sin identidad, patatas bravas que no pican, paella con aroma a pesto espaguetis con nata cortada o calamares aderezados con tinta de calamar que puede resultar tóxica.
Una de las cocinas más sucias de la historia del programa. Ese es el panorama que se encuentra Alberto Chicote al llegar a su próximo destino, El Rincón de Montse, un restaurante ubicado en el pueblo de Daganzo de Arriba, a las afueras de Madrid. Hoy el negocio es un caos. Y también un despropósito en cuanto a higiene y buen hacer. La freidora tiene el mismo aceite desde hace meses, los manteles recién puestos vienen con enormes manchas de serie, la comida está grasienta y los cubiertos con los que se cocina, manchados de alimentos resecos. El almacén, tres cuartos de lo mismo: un disparate de comida sin tapar, alimentos podridos y paredes mugrientas.
Coma todo lo que usted quiera. Este es el lema de todo buffet libre, del que el restaurante 'El Cantábrico' forma parte. Pero en 'El Cantábrico' no siempre es fácil comer todo lo que se quiere: la comida no es precisamente apetecible, el local tiene un aspecto antiguo, poco atractivo y el ambiente está muy lejos de ser acogedor. El restaurante puede presumir de haber sido el primer buffet libre que abrió en la capital gaditana, hace más de 70 años. Al principio fue todo un boom y durante años el negocio ha funcionado perfectamente. Sin embargo, en los últimos tiempos la clientela ha caído de forma alarmante. El futuro del restaurante pende de un hijo y el legado de varias generaciones corre peligro. La llegada de Alberto Chicote es el último cartucho que le queda a sus dos dueños para salvar este buffet en el que sus vidas profesionales están en juego.
¿Tirar la toalla o luchar para salvar el negocio? Ese es el gran dilema que se plantea en “El tigris”, el primer restaurante kebab que visita Pesadilla en la cocina. Ubicado en el municipio de Alcorcón, al Sur de Madrid, “El tigris” lleva más de 15 años en funcionamiento pero desde hace un tiempo va cada vez peor y hoy está al borde del abismo. El restaurante está regentado por Ana y Karim, un matrimonio enfrentado por una decisión crucial. Él está agotado, ha perdido el ánimo y quiere tirar la toalla, cuya consecuencia no es otra que vender el restaurante. Ella, sin embargo, aboga por luchar e intentar conseguir que el negocio se convierta en la herencia para sus hijos.
Un desastre colosal. Así podría describirse lo que ocurre en la cocina y en la sala de El Rusiñol”, un restaurante ubicado en la monumental localidad de Aranjuez (Madrid) en la que un padre y un hijo, ambos cocineros en el local, viven enfrentados por la forma de ver el negocio. Pedro, el padre, cree que su hijo no está todavía preparado para hacerse cargo del restaurante. Sin embargo Chema, el hijo, está convencido de que su padre no da lugar a la evolución y siempre le reprocha que no confía en él. Mientras tanto, “El Rusiñol” vive sus peores momentos, encerrado en un local que parece estar “atrapado en el tiempo” y con unos procedimientos más dignos de un negocio de residuos que de un restaurante.
¿Qué hacer con un restaurante en el que la comida está buena y la cocina limpia pero que no tiene clientes? Este es el debate que se crea en “El legado de Andrés” cuando sus dueños y empleados se preguntan qué es lo que falla en el restaurante para que cada vez esté yendo a peor. La respuesta no será fácil de escuchar para todos pero Alberto Chicote la tiene clara: falta de liderazgo. Esta semana Pesadilla en la cocina viaja a la localidad extremeña de Navalmoral de la Mata. Más concretamente a su principal polígono industrial, en el que se encuentra “El legado de Andrés”, un restaurante de menús para los trabajadores de la zona.
500 metros cuadrados de local, tres décadas de historia y una carta con decenas de platos. Este es el panorama con el que se encuentra Alberto Chicote esta semana al llegar a La Habana, un restaurante de Gijón (Asturias) en el que todo es a lo grande. Sobre todo los problemas. Un veterano hostelero al que le toca jubilarse sufre porque su hija, heredera natural del negocio, no está lo suficientemente preparada como para tomar las riendas de La Habana. La organización entre sala y cocina es pésima y mientras en una misma mesa algunos van por el segundo plato, a otros ni siquiera les ha llegado el primero.
Tras conocer al personal, probar la comida y observar el caos que se genera en “La madrina” durante los servicios, Alberto Chicote es testigo directo del difícil carácter de Mónica hasta el punto de rozar la desesperación. La madrina ignora al chef, no acepta sus críticas e incluso lo mira en ocasiones con desprecio. La actitud testaruda y a la defensiva de la dueña es desconcertante. No presta atención a lo que le dice Chicote, no da ningún valor a sus consejos e insiste en trabajar de forma desordenada y caótica. La confusión es total y da pie a que los platos tarden en llegar a las mesas y los clientes se quejen.
Cualquier tiempo pasado fue mejor. Esa es la máxima de José Antonio, un cocinero que conoció el éxito y los premios con su antiguo restaurante, 'Colosseum', pero que hoy acude a Alberto Chicote acuciado por los problemas de su nuevo negocio: 'If fogón della Toscana'. 'Pesadilla en la cocina' inaugura temporada viajando a la localidad de Viladecans (Barcelona), en la que se encuentra este restaurante de cocina italiana regentado por una familia gitana, un negocio que alardea de buena comida, pero cuya mala organización y pésimo servicio han hecho que acumule una deuda que podría hacer que tenga que cerrar definitivamente sus puertas. Capitaneado por José Antonio, un cocinero curtido venido a menos cuyas pizzas eran famosas pero que ya no consiguen el mismo efecto entre los clientes, y su mujer Remedios, en 'If fogón della Toscana' reinan los gritos, vuelan los platos y las cuentas no salen.
En el histórico barrio de la Macarena, en Sevilla, se encuentra el histórico local de “El palomo”, una típica taberna andaluza con más de 40 años a sus espaldas regentada por dos hermanos mellizos que nada tienen que ver entre sí. Para Antonio y Lorenzo, sus dueños, después de largas décadas de trabajo ha llegado la hora de jubilarse. Quieren que Cristina, la hija de Antonio, herede el negocio, pero para que eso ocurra necesitan que sea rentable y “El palomo” cada día se acerca más a la deriva. Alberto Chicote viaja esta semana a la capital andaluza para tratar salvar este negocio familiar que necesita modernizar sus formas de trabajo de forma inminente si no quiere acabar en la ruina.
Un dueño con escasa capacidad de liderazgo. Una cocinera, su madre, a quien no le gusta estar en la cocina. Y un negocio a la deriva. Estos son los principales ingredientes de la nueva misión de Alberto Chicote en “Pesadilla en la cocina”, en uno de los casos más difíciles y tensos de toda la temporada. El chef viaja en esta ocasión hasta la ciudad gaditana de Algeciras para tratar de salvar “El callejón”, un restaurante regentado por David, que abrió el negocio en 2015 con el fin de dar trabajo a su madre, pero cuya decisión se ha convertido en su verdadero quebradero de cabeza.
Un estrambótico restaurante de temática militar, regentado por una atípica pareja y con un propietario sin conocimiento ni experiencia en hostelería. Así es “100 quintos de zapadores”, la nueva misión de Alberto Chicote que lleva esta semana a “Pesadilla en la cocina” a la ciudad de Valencia, con el fin de tratar de salvar un negocio que se encuentra en la cuerda floja y que supondrá para el chef una difícil tarea. José, el propietario del restaurante, abrió el negocio como “homenaje a quienes hicieron la mili” y con la idea de crear un lugar único, que no pudiera compararse a ningún otro en el país. Pero la estrafalaria estética del lugar, en el que elementos decorativos sin aparente sentido se combinan de una forma de lo más excéntrica (a un mural de Don Quijote le acompañan decenas de objetos militares y hasta una pecera con la piña de Bob Esponja), no invitan a entender a primera vista el concepto que José tenía en mente.
“Pesadilla en la cocina” viaja a la ciudad manchega de Puertollano, Ciudad Real, para acudir a la llamada de auxilio de Chema, dueño del restaurante “Leña y Carbón”, un restaurante especializado en carnes a la brasa. Chema es propietario de cinco locales en total y el “Leña y Carbón” es el pulmón de su conglomerado, el que mejor funciona. Tanto es así que es el que soporta los momentos difíciles de algunos de sus otros establecimientos. Sin embargo, en los últimos tiempos la facturación del restaurante se ha visto mermada y necesita descubrir a qué se debe la caída en picado de su negocio, ya que, si el “Leña y Carbón” cae, se hunden todos.
Manuel es un veterano hostelero con más de cincuenta años de experiencia en el sector. Pero no sólo es propietario de un restaurante, el ‘Magalia’, sino también de un fortísimo carácter y una abrupta personalidad que, en ocasiones, roza la altanería. Sin embargo, el local no atraviesa su mejor momento mientras que Manuel vive en sus logros de antaño, olvidando los errores y las carencias de su actual negocio. Para el dueño del restaurante, el problema estriba en que sus empleados no tienen la suficiente implicación, la seriedad y la competencia que él mantiene. Sin embargo, la opinión del equipo es diferente: la falta de empatía de Manuel, sus gritos y malos modos y su altanería pasan factura a ‘Magalia’. Los desencuentros entre Chicote y Manuel no tardarán en aparecer. El dueño no acepta las críticas del chef y una exposición de postres sin tapar ubicada frente a los lavabos, una comida llena de grasa y una cocina de dudosa limpieza harán que salten chispas.
La ciudad andaluza de Málaga es el escenario del nuevo desafío de Alberto Chicote en una nueva entrega de “Pesadilla en la cocina”, que en esta ocasión tiene como protagonista a “Bámbola” un restaurante que, a pesar de estar en una zona transitada de la ciudad, no llega a los números que debería. El sueño de María Jesús, su dueña, era abrir un restaurante y poder trabajar de cara al público, pero los exiguos beneficios que éste genera han provocado que haya tenido que entrar en cocina y que sea su marido, José, el que atienda las mesas. José fue camarero de un chiringuito de playa durante más de una década, pero ahora que es dueño de un negocio vaga desganado por el restaurante y ha perdido la ilusión. Los nervios de María Jesús cada día están más desbocados y su sensación de fracaso no deja de aumentar.
José Luis es el dueño del ‘Hotel-Restaurante Juan Manuel’ en Camarzana de Tera (Zamora), localidad de paso para los peregrinos que deciden hacer el Camino de Santiago siguiendo la Ruta de la Plata. José Luis, o “el Chicote de Zamora”, como afirma que le han bautizado sus vecinos y apodo por el que dice ser conocido en toda la comarca, es también el cocinero del restaurante, un negocio que le ha costado su matrimonio. Tras años trabajando en cocinas, José Luis decidió invertir más de un millón de euros en un proyecto que hoy no es rentable y donde, según sus empleados, los problemas más evidentes son su carácter y sus malas formas. La llegada de Alberto Chicote a la localidad zamorana es la última esperanza de este restaurante que no termina de funcionar. “Porque yo lo hago así”. Esa es la respuesta del dueño del restaurante ante cualquier crítica a su cocina.
Alberto Chicote se pone al frente de una misión en la que tendrán que ayudar al dueño del restaurante “La fortaleza” a rebajar sus nervios, calmar sus explosiones de ira y organizarse mejor, con el fin de evitar la tensión y lágrimas entre sus empleados, así como el fin de la paciencia de algunos clientes
El restaurante “Los 5 sentidos” tiene un claro problema de liderazgo que, de no resolverse, se terminará llevando por delante no sólo el negocio sino también a la pareja Desorganización, falta de mando y raciones excesivas y poco rentables son algunos de los obstáculos a los que se enfrenta Alberto Chicote en una emotiva entrega cargada de frustración, desasosiego y clientes insatisfecho.
'Pesadilla en la cocina' viaja a Barcelona para visitar el restaurante Nicasso y conocer a su dueño y cocinero, Manel. Instalaciones antiguas, problemas de insectos y desencuentros con familiares y empleados son solo algunos de los problemas que Alberto Chicote tratará de resolver para salvar el restaurante.
Alberto Chicote viaja a Fuenlabrada para ayudar a Anka y Dani, una pareja que intenta sacar adelante la Taberna Danka. El chef se encuentra allí con dos jefes que luchan por imponer su visión particular sobre el negocio y que llevan a sus trabajadores al límite, provocando que la tensión explote en el momento más inesperado.
En Majadahonda, en la comunidad de Madrid, está el 'Tradiciones Peruanas'. Un restaurante dirigido por Jorge, un jefe desganado que ha conseguido ponerse en contra a todo su equipo a pesar de que estos son, en su mayoría, su propia familia. Chicote irá de sorpresa en sorpresa al repasar las acciones de un dueño que parece empeñado en hundir su propio negocio.
En este episodio Chicote visita 'La Dulce Harleey', un local conocido por ser un referente para las mujeres moteras de todo el mundo pero que, por desgracia, cuenta con una cocina mal equipada, una oferta gastronómica desastrosa y un equipo más interesado en estar de fiesta que en sacar el trabajo adelante. Con todo, el mayor problema para el Chef será la desafiante personalidad de un encargado incapaz de reconocer el más mínimo error.
En este episodio Chicote viaja a Huelva para ayudar a Eli y José Antonio a reflotar 'El Sitio', un local que parece abocado al fracaso por tener al frente a dos jefes que se sienten incapaces de dirigir a sus trabajadores. Los gritos, la tensión y los abandonos pondrán a prueba la paciencia de los clientes y llevarán a la pareja a replantearse sus prioridades como empresarios e, incluso, como padres.
A los pies de las montañas de Montserrat está 'El Italiano', una pizzería regentada por Alessio y Manuel. Ambos fueron pareja en el pasado y ahora se ven obligados a mantenerse unidos como socios. Chicote tendrá la difícil tarea de mediar entre dos dueños con personalidades tan antagónicas como explosivas.
En la localidad barcelonesa de Granollers se sitúa el restaurante 'Brasas y más'. El local está regentado por Redón, que también ejerce de jefe de cocina. Chicote tiene que ponerse manos a la obra para revertir el caos en que se encuentra, sumido en una crisis debido a la falta de clientela en los últimos tiempos.
En Roquetas de Mar está la cervecería 'Los Pitos'. Chicote intentará que el dueño del local, Marcelo, recupere el ímpetu perdido tras varios años de reveses económicos y familiares. No será una tarea fácil, especialmente teniendo en cuenta la personalidad intensa y cambiante de un dueño que, por momentos, parece el menos interesado en salvar el negocio del que dependen él y su mujer.