Tras conocer al personal, probar la comida y observar el caos que se genera en “La madrina” durante los servicios, Alberto Chicote es testigo directo del difícil carácter de Mónica hasta el punto de rozar la desesperación. La madrina ignora al chef, no acepta sus críticas e incluso lo mira en ocasiones con desprecio. La actitud testaruda y a la defensiva de la dueña es desconcertante. No presta atención a lo que le dice Chicote, no da ningún valor a sus consejos e insiste en trabajar de forma desordenada y caótica. La confusión es total y da pie a que los platos tarden en llegar a las mesas y los clientes se quejen.