Tirso es un exmilitar que regenta una ferretería en Entrevías, un barrio con mucha inmigración y problemas de delincuencia. Huraño y mal encarado, vive de espaldas a sus vecinos hasta que una noche recibe una llamada. Su nieta, Irene, una adolescente adoptada de origen vietnamita, se ha metido en problemas con unos narcotraficantes del barrio.
Irene despierta en medio de un descampado tras recibir una paliza y haber sido violada. Tirso descubre que los matones de Sandro han vapuleado a su nieta y está dispuesto a todo con tal de hacer justicia. Mientras tanto, Nelson convence a su madre para ocupar la casa vacía que está al lado de Irene y ser así vecinos.
Tirso se dispone a vigilar de cerca a Irene después de la decepción que supuso que se aprovechara de sus buenas intenciones para intentar robarle su dinero y escapar. Sin embargo, sus sospechas sobre lo que realmente ocurrió la noche que fue asaltada le harán ponerse en marcha para averiguar la verdad. Mientras, Amanda suspende a Ezequiel y le sanciona porque está convencida de que trabaja para Sandro.
Cegado por la rabia después de haber perdido el narcopiso en un incendio provocado, Sandro carga contra Ezequiel y le somete a una terrible humillación pública. Consciente de que la brecha en su relación con el delincuente es insalvable, el policía trazará un arriesgado plan para conseguir que Tirso se alíe con él en contra del mafioso. Por su parte, Tirso acuerda con Nelson, Pepe y Sanchís no volver a mencionar el ataque al narcopiso. Saben que si Sandro se entera de que fueron ellos no les dejará con vida.
Irene ha podido dormir gracias a las pastillas aunque no puede conseguir más porque está castigada. Mientras, Nelson empieza a trabajar en la ferretería, pero Tirso le pone al límite con sus exigencias. Gladys recibe la visita de uno de los hijos de Alicia que viene a darle un ultimátum. Ezequiel se encuentra en una encrucijada.
Yeyo descubre que Tirso es el autor del robo del dinero de Sandro. Pero antes de que pueda decirle nada a su jefe, es sorprendido en la ferretería y acaba siendo atrapado por Tirso, Pepe y Sanchís. Gladys, de pronto, se descubre ilusionada al pensar en Tirso y Alicia le hace comprender que tal vez sienta algo por él.
Tirso siente un gran vacío. Su vida sin Irene y sin la ferretería se le está haciendo cuesta arriba. Por si esto fuera poco, el barrio cada vez está peor y Pepe, harto de la delincuencia, decide poner a la venta el bar para irse a vivir a Cádiz. Por su parte, Irene no es feliz en el lujoso chalet donde vive con su madre. Además, Ezequiel sale de la cárcel y vuelve al barrio.
Irene quiere quedarse a vivir con su abuelo y esto solo dificulta todavía más la relación de Tirso con Jimena. Nelson e Irene siguen pensando el uno en el otro, pero ninguno lo va a reconocer. Ezequiel continúa en casa de Gladys a pesar de los esfuerzos de esta por explicarle que no puede permanecer allí. Jimena está muy dolida y tiene un accidente por el que acaba en comisaría.
Amanda investiga una serie de violaciones relacionadas con la que sufrió Irene. Cuando acude a ella en busca de ayuda para detener a los culpables, Tirso ve a su nieta presa de una enorme angustia y decide tomar cartas en el asunto e intentar averiguar por su cuenta quiénes fueron los verdaderos culpables de la violación de Irene.
Jimena, presionada por Salgado, amenaza con arrebatarle a su padre la ferretería, justo ahora que habían empezado a remontar el negocio familiar entre Tirso, Santi e Irene. Además, Tirso sigue obsesionado con saber quién violó a su nieta. Decidido a sacarle esa información a Yeyo, Tirso se mete sin querer en medio de un operativo policial. Por otro lado, Nelson está detenido y parece que pasará muchos años en la cárcel.
Tirso lucha en vano por sacar adelante su ferretería junto a Santi e Irene, pero cuando una oportunidad de negocio, fiando a cuadrillas de inmigrantes que hacen reformas, se le presenta, se cierra en banda. Su barrio se ha convertido en un lugar de oportunidades lleno de inmigrantes de los que no se puede fiar y de gente que le es ajena y además Gladys ha ido contando por ahí que se han besado. Se siente fuera de lugar y Salgado no desaprovechará esta oportunidad para sacar tajada. Jimena decide cambiar de vida y dar prioridad a su familia dejando atrás trabajo e ingresos. Mientras que Irene y Nelson vuelven a verse a escondidas. El reencuentro les ha confirmado su amor, pero las sospechas de Nata pueden convertir sus encuentros futuros en algo muy peligroso.
Ezequiel se debate entre la vida y la muerte, lo que genera un gran impacto en Gladys, que descubre además que el ataque que sufrió su amigo tiene que ver con que quiso proteger a Nelson para que no fuera a la cárcel por asesinato. La banda de Nata abre un narcopiso en frente del bar, lo que pone en jaque a los comerciantes y vecinos.
La policía ha desalojado el narcopiso. Tirso y sus amigos lo celebran en el bar. Sin embargo, la aparición del periodista, herido, contándole a Tirso que no va a publicar el artículo sobre los negocios de Salgado porque éste le ha amenazado, hace que éste descubra hasta que punto Salgado es un delincuente de la peor calaña. Tras la confesión de Nelson, Irene no puede verle con los mismos ojos, está confusa y toma una decisión. Por su parte, Jimena descubre que Salgado es el fantasma que Amanda lleva años persiguiendo.
Tras los sucesos acontecidos en el barrio, la vida de Tirso transcurre feliz: su relación con Gladys va viento en popa, la ferretería es un negocio próspero y su nieta Irene está a punto de dar a luz. Pero la irrupción en el barrio de Maica, su exmujer, supondrá una fuerte sacudida para la familia, que se debatirá entre aceptarla o rechazarla, y para el barrio, ya que Maica, que ha trabajado durante años como cooperante, pretende poner en marcha una fundación para ayudar a los pandilleros a salir de las calles, lo que desencadenará graves problemas con las bandas callejeras. Por su parte, Ezequiel despierta del coma sin recordar nada y se verá abocado a llevar una nueva vida lejos de la policía y de los delincuentes. Pero aunque el pasado le resulte ajeno, no dejará de perseguirle: Nata y sus secuaces lo situarán de nuevo en el punto de mira y el nuevo comisario del barrio, un hombre ambicioso y sin escrúpulos, verá en él un obstáculo para alcanzar sus objetivos.
Tras haber matado a Nata en el tiroteo vivido en el ataque a la fundación, Tirso está destrozado por la culpa. La muerte de la joven no solo le acarreará problemas de conciencia: Tente ha tomado el mando de la banda y está dispuesto a matarlo para vengar la muerte de su prima. Mientras, Nelson y Jimena encuentran a Irene en un charco de sangre y la llevan al hospital. La familia vive con angustia un posible desenlace fatal para Irene y para su bebé, mientras tratan de convencer a Tirso de que huya del barrio antes de que los pandilleros vayan a por él. Pero el ferretero no está dispuesto a abandonar su barrio y a su familia en un momento tan delicado.
Tirso prepara su exilio temporal en Cádiz. Se despide de Gladys, de sus hijos y de sus amigos, aunque no de Irene porque esa despedida es demasiado dolorosa. Sin embargo, algo trunca su viaje: un atentado con cóctel-molotov contra la ferretería en la que resulta herido Santi. Tirso comprende que la amenaza ya no va dirigida solo contra él sino contra todo su entorno. Es inútil huir. La única opción válida es quedarse y acabar con las bandas para siempre. En paralelo, Ezequiel trata de mantener un perfil bajo tras matar a Linares, la mano derecha del comisario Romero. Sin embargo, su superior sabe que él es el asesino y está dispuesto a demostrarlo usando todos los medios a su alcance. Irene y el bebé reciben el alta médica y se instalan en casa. Este dulce momento tiene una banda sonora en forma de llanto ininterrumpido que afecta a todos.
A raíz del enfado de Gladys, Tirso descubre que su familia está patas arriba. Santi se está separando, Irene está deprimida, Jimena cada vez más cerca de Maica... así que decide, esta vez para siempre, que ha llegado el momento de dejar las armas y ocuparse de ellos. Ezequiel encuentra en Pantera la brecha que esperaba para introducir a Dulce y hacerse con el poder en la antigua banda de Nata. Por su parte Irene, deprimida, recibe una sorprendente petición de Nelson que afectará a su futuro juntos.
Tirso comprueba que Maica poco a poco se ha ido adueñando de su familia. Convencido de que todos la ven como una persona maja y detallista, y que eso se valora más que todo lo que él hace por su familia, decide que él también va a ser majo. Pero comprueba que ser majo no es tan sencillo para una persona como él, acostumbrado a decir siempre lo que piensa. Por su parte, Ezequiel descubre que Romero se ha hecho con armas decomisadas para ponerlas en circulación. Con la ayuda de Triso, se hará con las armas, frustrando los planes del comisario. Nelson recibe el encargo de ocuparse de Tente en la fundación, algo que se le hará complicado.
Los pandilleros recuperan los narcopisos gracias a las armas que les ha proporcionado Ezequiel. Mientras, Tirso comprende que Maica puede ser útil para levantar el ánimo a Santi y tolera que desempeñe un papel en la familia, cosa que despierta los celos de Gladys. Por otro lado, el juicio contra Amanda es inminente e Irene consigue que la compañía de danza le haga una prueba que le permitiría ir de gira.
Tras la declaración de Tirso en el juicio contra Amanda, Jimena decide irse de casa. Por otro lado, Romero propone un pacto a Dulce: le dará el barrio si ella le entrega la cabeza de Ezequiel. Mientras, la tensión se instala entre Irene y Nelson, que no puede perdonar a su chica que no le haga feliz la vida que él le ofrece: esposa y madre. Inesperadamente, Amanda sale en libertad. Retoma su relación con Jimena con una alegría solo enturbiada por los remordimientos de la policía de saber que está en libertad siendo culpable. Gladys recibe un ultimátum de Alicia: no puede seguir usando el piso como si fuera una cocina industrial.
Es el día de la boda de Jimena y Amanda y todo debería ser felicidad y nervios por los preparativos, pero el asesinato de Tente ha dejado a Tirso muy tocado y aún más a Maica, que se replantea su vida y su presencia en Entrevias y decide cerrar la fundación. Irene, mientras tanto, hace la prueba y es elegida para bailar en la compañía, pero la tristeza se apodera de ella al darse cuenta de que se va a París y va a tener que despedirse de su abuelo. Ezequiel, detenido por Amanda, descubre que pesan sobre él cargos por corrupción que le pueden llevar de nuevo a la cárcel, y trata de maniobrar para salir libre y arreglar sus asuntos pendientes con Dulce y con Romero.
Tirso está decidido a superar la muerte de Irene y que sus hijos vuelvan a ser felices. Pero los aluniceros reclaman la deuda que Santi tenía con ellos y que no llegaron a cobrar, y amenazan de muerte a Santi. Tirso debe tomar cartas en el asunto para proteger a su hijo. Mientras, Nelson y Jimena se enfrentan al cierre y desalojo de la fundación y están dispuestos a todo con tal de evitarlo. Y Gladys descubre que un misterioso hombre de su pasado ha vuelto a sus vidas y desconfía de sus intenciones.
Tras dos días inconsciente, Tirso se despierta en el hospital y se larga en contra del criterio de los médicos. Ya en casa, se entera de que ha perdido la ferretería. Convencido de que el sistema le ha dado la espalda, decide tomarse la justicia por su mano y toma el local a punta de pistola, haciéndose fuerte en su interior.
Ahora que Tirso sabe que Romero ha vuelto al barrio y que es el asesino de pandilleros, no cejará en su empeño de encontrarlo y acabar con él. Lo que no espera es que Ezequiel descubra que Tirso estaba allí cuando asesinaron a Quini y su secuaz. El policía sospecha inmediatamente que el ferretero puede ser el asesino de pandilleros y empieza a investigarlo con la ayuda de Camila.
Después de salvarle la vida, Tirso se hace cargo de Dulce y decide esconderla en su ferretería para protegerla de Romero. Allí la descubre Santi, que comienza una inesperada amistad con la pandillera. Pero Ezequiel, convencido de que Tirso es el asesino en serie que están buscando y de que se ha llevado a Dulce por la fuerza, está dispuesto a encontrarla a toda costa. Nelson sale de la cárcel, acude a casa de Jimena y Amanda a buscar a su hijo y les amenaza con impedirles volver a ver al niño. Las mujeres, que se habían acostumbrado a la presencia del pequeño, están dispuestas a cualquier cosa con tal de luchar por su nieto. La convivencia entre las dos familias del pequeño parece romperse sin remedio.
Amanda descubre horrorizada a Ezequiel en medio de un charco de sangre... Sabe que es Tirso quien le ha disparado y ha huido llevándose a Camila como rehén. Se pone en marcha un dispositivo para encontrar a Tirso y detenerlo. Amanda comparte con Jimena, Santi, Pepe y Gladys su certeza de que Tirso es el asesino de pandilleros que están buscando. Algo difícil de asimilar para todos. La llegada de Sanchís con el féretro de su madre solo enreda más la situación: Tirso le había ofrecido su casa para el velatorio y ahora, con toda la gente del pueblo de camino, ya no hay marcha atrás. Mientras, Tirso permanece escondido en un viejo almacén donde tiene retenida a Camila. Lo único que quiere antes de que le detengan o le maten es encontrar a Romero y vengarse de él.
Tirso vuelve a casa después de haber demostrado su inocencia y descubre que toda su familia sabe la verdad sobre su enfermedad. Tratan de convencerle para que pase por quirófano de forma inmediata, pero Tirso se niega. Antes debe acabar con Romero. René y Amanda descubren que la gente que contrató a René es la misma que ha contratado a Romero, y urdirán una trama para detener al excomisario.