¿Qué tienen en común un antiguo levantador de piedras vasco y el legendario ilusionista Harry Houdini? En vida, a priori, muy poco. Es difícil pensar en senderos de vida más opuestos. Houdini nació en Budapest, en el Imperio Austrohúngaro, en 1874. Fue un escapista e ilusionista tan memorable, que su nombre todavía resuena en el imaginario colectivo ciento cincuenta años después. Los ecos de la vida de José Ibar, nacido a principios del siglo veinte en Guipúzcoa, no llegaron tan lejos. Es, como mucho, recordado de refilón por ser el padre del conocido y malogrado boxeador José Manuel Ibar, Urtáin.
¿Qué tienen en común el Padre de la tragedia griega y un acróbata de circo de principios del siglo veinte? La muerte siempre nos alcanza. Da igual que tratemos de huir desesperados de ella, como hizo el mítico dramaturgo griego Esquilo, o que, como el acróbata inglés Bobby Leach, hagamos todo lo que está en nuestra mano por dejar este mundo antes de tiempo. Cuando un oráculo predijo que una casa se le caería encima y moriría, Esquilo se fue a vivir al campo. Todos lo tomaron por loco. También llamaron loco a Bobby Leach cuando anunció su intención de tirarse por las Cataratas del Niagara dentro de un barril. Era improbable que el dramaturgo falleciera de aquella forma, y era igual de improbable que el acróbata sobreviviera. Brightly Fancy - Oddities by Kevin MacLeod is licensed under a Creative Commons Attribution 4.0 license. https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/ Source: http://incompetech.com/music/royalty-free/index.html?isrc=USUAN1100883 Artist: http://incompetech.com/
¿Qué tienen en común un político demócrata proesclavista y un prestigioso abogado canadiense? Los humanos tenemos la pulsión irrefrenable de hacernos entender. Necesitamos comunicar nuestro singular punto de vista, que, no nos engañemos, siempre es correcto. No es que los demás se equivoquen a mala fe, es que no tienen la información de la que nosotros disponemos. Pero en ocasiones, deseamos demasiado fuerte hacernos entender, y ya sabemos que la muerte está a la vuelta de la esquina. Es posible que, como le pasó al político Clement Vallhadingham, recrear un suceso peligroso de manera totalmente realista no sea la mejor idea del mundo. Y el abogado Garry Hoy puede dar fe de que, si nadie te ha pedido explicaciones, a veces es mejor no darlas. Posiblemente a ambos les habría gustado escuchar esto antes de morir.
¿Qué tienen en común el misterioso monje Rasputín y la última emperatriz de Europa? Las vidas de Rasputín y de Isabel de Baviera fueron, en muchos sentidos, opuestas. Ella nació en el seno de una familia real, él era un campesino pobre; Ella era admirada por ser una mujer inteligente y avanzada a su tiempo; él llegó a ser el personaje más odiado y temido de Rusia. Pero sí que tienen muchas similitudes interesantes. Ambos eran tremendamente carismáticos, y ambos fueron el blanco de dos asesinatos, uno sucio y aparatoso, y el otro limpio y silencioso
¿Qué tienen en común el hijo de Bruce Lee y un antiguo showman de lucha libre? En ocasiones, y en especial en un entorno laboral, nuestra salud depende de terceras personas. Un equipo coordinado y engrasado que vela por la seguridad de todos, con herramientas y recursos suficientes para poder llevar a cabo su labor. Pero eso no siempre sucede. Ya sea por un caso de negligencia empresarial, como le ocurrió al luchador Owen Hart, o por un descuido fatal, como en el caso de Brandon Lee, los errores atraen a la muerte. Ya se sabe que, si algo puede salir mal, saldrá mal.
¿Qué tienen en común el padre de la astronomía moderna y el mejor amigo de Albert Einstein? Los excesos atraen a la muerte. Incontables vidas se han perdido por subestimar los riesgos de no saber cuándo parar. Ya sea el alcohol, el tabaco, la comida o cualquier cosa de la que se pueda abusar, a los seres humanos nos gusta aquello que, en abundancia, nos mata.
En algunas ocasiones, la estupidez humana llega a lugares que ni siquiera la diosa fortuna es capaz de alcanzar. Hay historias de muertes tan absurdas, tan locas, que la compasión da lugar a la risa culpable. Ocasiones en las que el fallecido llamó tan fuerte a la muerte que esta, finalmente, acudió. Eso sí, no toda la estupidez tiene el mismo color. Ni Arnold Bennett ni Nicolas Comper estuvieron muy finos en sus últimos momentos, pero mientras que uno hizo lo que hizo por pura arrogancia, el otro simplemente eligió muy mal el momento y el lugar para hacer gala de su irónico humor inglés.
Qué tienen que en común el traicionero duque Jorge de Clarence y el rey más débil de la historia de Suecia? A la muerte le encantan los excesos. Casi cualquier cosa puede llevarte al otro mundo si la llevas a cualquiera de sus extremos. Nadie puede vivir sin beber agua, pero si te tomas veinte litros de una tacada, es probable que tu destino sea el mismo. La gula también mata. Jorge de Clarence y Adolfo Federico de Suecia lo saben mejor que nadie, allá donde estén. Ambos tuvieron en vida apetitos voraces. Como sus nombres compuestos indican, gracias a su posición social los dos pudieron gozar de estilos de vida orientados al lujo y a la extravagancia. Al contrario que casi todos sus contemporáneos, ellos no pasaron hambre.
El suicidio es el tema tabú por excelencia en muchas de las sociedades modernas. Desde la antigua Grecia hasta la actualidad, infinitas doctrinas han proscrito esta práctica, y los medios de comunicación evitan encionarlo a no ser que sea imprescindible. Y, sin embargo, el ser humano nunca ha dejado de quitarse la vida. En ocasiones, el último deseo de un alma atormentada es que todos se enteren de que existe, y de que va a dejar de hacerlo. Organizar un espectáculo macabro como último grito de socorro. Obtener las miradas que le fueron negadas en vida. Otras veces, anhela lo contrario: desparecer sin dejar rastro, ocultar la prueba del delito, desvanecerse como un sueño febril.
Por muy distintos entre sí que sean, ni nobles ni plebeyos pueden escapar de la muerte. Pronto o tarde, con violencia o sin ella, todos sentiremos algún día su abrazo. Eso sí, de todas las formas de abandonar este mundo, hay una que todos los animales del mundo temen. Un elemento que nos fascina y da vida, pero que a la vez lo arrasa todo a su paso: el fuego. A pesar de ser símbolo de la civilización, y aunque el ser humano lo controla desde hace tiempo, es imposible dominarlo del todo. Los más sabios lo saben. Los más necios, lo sufren. Incluidos los reyes.