Charles Manson es el asesino en serie más conocido de todos los tiempos, y ni siquiera encaja en el perfil. En el primer episodio analizamos la figura de este “hippy de derechas” en el contexto de los sesentas americanos; observamos sus técnicas de control jodementes; revisamos sus conexiones con los Beach Boys y su Beatlemanía; comentamos los crímenes Tate-LaBianca; tomamos en consideración que era corto de talla; y más cosas.
Muchos asesinos en serie han escrito cartas y notas. Uno fue aún más allá y escribió un poema. Todos aquellos mensajes les sirvieron para hacerse publicidad, pasear sus demonios, incordiar a los familiares, retar a la policía o soltar baladronadas. En el segundo episodio estudiamos a cinco asesinos en serie de notoria inclinación grafóloga: BTK, Albert Fish (autor de la más hórrida carta jamás escrita), Jack The Ripper, Son Of Sam y Zodiac.
Numerosas teorías buscan explicar la existencia de los asesinos en serie, pero la más sencilla se halla bajo el propio techo: sus infancias. El bagaje monstruoso de la mayoría de multihomicidas, sus familias deplorables, los abusos inclementes que sufrieron, pudieron señalar su carrera futura. En el episodio tercero veremos cómo Aileen Wuornos, Jane Toppan, John Wayne Gacy, Ed Gein o Gary Heidnik nunca tuvieron una noche de reyes.
En el cuarto episodio ofrecemos una clase magistral sobre qué es un asesino en serie. Dibujamos la tipología habitual del fenómeno. Revisitamos los intentos pasados, no del todo exitosos, de bautizarles. Nos adentramos por las 7 fases que suele atravesar el serial killer en cada crimen, de la áurea a la depresiva (y vuelta a empezar), ofreciendo jugosos ejemplos. Terminamos dividiendo a los asesinos en serie en 4 modalidades fundamentales.
Como dice un refrán, “ni sin yunque el herrero, ni sin banco el carpintero”. Los asesinos en serie, como cualquier otra disciplina, requieren unas herramientas determinadas, y estas suelen ser menos extravagantes que en los filmes gore. Manos, machetes o martillos; veneno o balacera. En el quinto episodio juzgamos el instrumental de Lizzy Borden, el Hachero de New Orleans, Harvey “The hammer” Carignan, los repelentes Dnepropetrokvsk Maniacs o el prolífico y siniestro Dr.Shipman.
Canibalismo, necrofilia y vampirismo. Ninguna de las tres es linda de contemplar. Nuestro sexto episodio no es apto para estómagos delicados, pues en él hablamos de las exuberantes e imaginativas parafilias de los asesinos en serie más perturbados. Un elenco aterrador y nauseabundo, lo peor de cada casa: Fritz Haarman, Armin Meiwes, Andrei Chikatilo, Albert Fish, Jeffrey Dahmer o Ed Kemper. Y de postre, dos vampiros.
A muchos asesinos en serie les gusta más quedarse en casa que salir. El episodio séptimo analiza la vena hogareña de algunos homicidas seriales. En el precio va incluida una visita guiada por dos de las “casas del horror” más notorias de la historia: la choza atroz de Ed Gein y el hotel de pesadilla (“castillo de la muerte”) del hoy olvidado pero otrora celebrity H.H. Holmes. Incluye galería de trofeos post-mortem de decidido mal gusto.
Matar en serie es una cosa que debe unir mucho. Pues abundan los homicidas que han decidido matar a cuatro manos, y de esos duetos fatales trataremos en el episodio octavo. Los dividimos en Matrimonios Homicidas (Ian Brady y Myra Hindley; Fred y Rosemary West), Locura Recíproca o folie-a-deux (Leonard Lake y Charles Ng; Lawrence Bittaker y Ray Norris) y Superdúos (Henry Lee Lucas y Ottis Toole).
Uno de cada seis asesinos en serie norteamericanos es mujer. Las Asesinas en Serie Femeninas (ASF) son un mundo aparte, en modus operandi, motivos y víctimas. El episodio nueve toca las diversas tipologías de ASF, desde la Condesa Caníbal (Erzsébet Báthory) a la Mamá Matricida (Mary Ann Cotton, Belle Gunness), pasando por la Enfermera Envenenadora (Jane Toppan, Amelia Dyer) o la Hooker From Hell (Eileen Wournos).
Deshacerse del muerto es la parte más engorrosa del asesinato serial, pero no puede obviarse. El episodio décimo sopesa los diversos sistemas de eliminación de cadáveres que han utilizado algunos asesinos en serie, y que van del recomendable al decididamente fallido. Huertos, hornos, retretes o cocodrilos. Un método para cada criminal, de Dennis Nilsen a John Christie, sin olvidar a Carl “Nacido Malo” Panzram o el mendaz Marcel Petiot.
Algunos serial killers están locos. Otros están en sus cabales. La mayoría son psicópatas pero lo disimulan. Y un cuarto grupo está perfectamente cuerdo pero decide simular chaladura para esquivar la soga. En el undécimo episodio estudiamos las “máscaras de la cordura” y la ocultación de la psicosis, nos obligamos a pasar un test de psicopatía, y terminamos con un Top 10 de las peores excusas que han esgrimido los asesinos en serie al ser descubiertos.
Si en el episodio cuarto definíamos qué era un asesino en serie, en el doceavo y último nos centramos en quienes no lo son. Parientes cercanos del perfil serial: asesinos de masas (mayormente supremacistas) como Charles Whitman, Brenton Tarrant o Timothy McVeigh; Spree killers (o homicidas de desparramo) como Richard “Born to raise hell” Speck o Charles Starkweather. Nos despedimos con los copycats miméticos.
De todos los asesinos en serie, el guaperas de Bundy es el menos apreciado en Psycholand. Mentiroso patológico, misógino, Republicano, manipulador, robot emocional y fan de los pantalones de pana, pocos criminales merecieron su castigo como él. Una bestia feroz en ropa de tenis, repeinado y esnob y “normal”, que jamás admitió culpabilidad alguna. Este primer episodio es un repaso de su bagaje, sus crímenes y su periplo, con listado final de sus rasgos más odiosos.
“You need wheels / If you wanna make deals”, como decía aquella canción. Para atacar, cargar, huir o merodear, el vehículo es tan crucial para el serial killer como el arma, el cebo o la oportunidad. Psycholand Automotor, concesionario predilecto de matarifes psicópatas, les ofrece una gama ilimitada de turismos, furgonetas, caravanas y (WTF) avionetas, desde el escarabajo beis de Bundy a la infame Murder Mac de Bittaker & Norris, pasando por el Oldsmobile enfangado de JW Gacy.
A veces la cara no es el espejo del alma. Pues de ser así, la mayoría de los protagonistas de este episodio irían por la vida como el Fari comiendo limones. Pero nunca juzgues un libro por la portada: Rodney Alcalá “The Dating Game Killer”, Paul Bernardo “Ken”, Richard Ramírez “The Night Stalker”, y Paul Knowles “The Casanova Killer” parecían salidos de un anuncio de Tommy Hillfiger, sí, pero de la piel pa’dentro eran los monstruos más deleznables del oficio. Nunca se fíen de un guapo.
A veces la cara es el espejo del alma. Los rostros de algunos asesinos en serie iban a juego con sus corazones pútridos. En Psycholand estamos muy concienciados con el feísmo y el gordismo, pero… ¿cómo decirlo? Si matas a 40 personas, pierdes la excusa del trauma físico. David Carpenter “The Trailside killer”, Joel “Tortuguita” Rifkin, Joachim Kroll “El cannibal del Ruhr” o Arthur Shawcross eran, puede decirse, más feos que estómagos por dentro. Les presentamos a los killers más gargolescos del elenco.
Cuando todo parece ir mal y el malandro se escurre de entre los dedos de la ley, solo hay una solución: ¡Llamad a Douglas! John E. Douglas, fundador y líder del Behavioral Science Unit del FBI, inmortalizado en la serie de Netflix Mindhunter, fue (y sigue siendo) el más distinguido profiler y sabueso de asesinos en serie de la historia. Los entrevistó y mapeó a todos, de Kemper a Manson, y ayudó a atrapar a muchos más. En este episodio repasamos su figura y celebramos su olfato.
El mito del asesino en serie prolijo y Hannibalesco, casi artístico, imposible de atrapar, no deja de ser eso: un mito, como el Rey Arturo o The Bloop. La reconfortante realidad es que los serial killers meten más la pata que los Pepe Gotera y Otilio del tebeo homónimo. Por sobradez (Bundy), falta de luces (Joseph Duncan III), compulsión (Charles Ng), mala pata (el caso Linda Haney Dover), o todas a la vez, un buen detective solo tiene que ponerse en la puerta a esperar / que el serial killer la vuelva a cagar.
Matar no es un arte, pero algunos artistas mataron. Un artista es difícil de soportar en modo inofensivo, pero su encarnación apioladora resulta del todo insufrible. Nuestro episodio quinto se centra en los serial killers que al mundo entero quisieron dar, un mensaje de matar. Y encima vivieron cantando (¡hey!), como Danny Rolling o Charles Manson. O pintando, como Gacy, Dahmer o Ramírez. O, mucho peor, recitando poesía, como Carl Panzram o Peter Manuel (ninguna relación con Víctor Manuel)
Algunos serial killers nunca fueron atrapados. Es un hecho, y hay que aceptarlo. El episodio octavo trata de explicar por qué un asesino en serie deja de operar y desaparece sin dejar rastro. Examina algunos de los más notorios casos irresueltos: los asesinatos de niños de Atlanta; el estrangulador de Boston; los asesinatos del alfabeto o el fantasma de la autopista. Por último, Kiko Amat resuelve en primicia mundial el “indescifrable” código Z340 del Zodiac (un consejo: reduzcan sus expectativas).
Ser culpado por algo que no has hecho no resulta placentero. Uy no. Que se lo digan al cerril camionero Timothy Evans, quien se comió los marrones de su necrófilo vecino John Christie. O al cándido morón Bruno Ludke, acusado de asesinar a más de 80 personas a lo largo y ancho del Reich. O al siniestro Wayne Williams, un tipo que seguro era culpable de algo, pero no de los crímenes de Atlanta (o al menos no de todos). Nuestro noveno episodio rompe una justa lanza por los falsos culpables del universo serial killer.
Por problemas técnicos, el programa de televisión por cable Güeyes que mataron a güeyes famosos (GMGF) sustituye al episodio décimo de Psycholand. Un programa realizado con mucho entusiasmo, que compensa con entrega, invención, perjurio y gañidos de lo que adolece en presupuesto, documentación y seguidores. En este capítulo, sus conductores Benny y Frank nos hablan como buenamente pueden de Lee Harvey Oswald, el güey que mató (¿en solitario? ¿Con peña? ¡No se pierdan el episodio!), al presidente de los Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy.
Por clamor popular -y también por una serie de acuerdos comerciales con Pacificovisión que no vienen a cuento aquí, pero que tienen que ver con un intercambio de programas que resultaron en extremo ventajosos para solo una de las dos partes contratantes-, regresa Güeyes que mataron a güeyes famosos (GMGF), el secreto mejor guardado de la televisión por cable regional con conexión no idónea, pero tampoco mala. En este número, Bennie y Frank nos hablan de ese pérfido Oswald y de sus secuaces, y de lo que hicieron (¡o no! ¡No se pierdan el episodio!) en Dallas en noviembre de 1963
Jack el Destripador es el asesino en serie más famoso de todos los tiempos. El doceavo y último episodio de la segunda temporada de Psycholand analiza la época, las víctimas (canónicas y no canónicas), las pruebas y los acusados del crimen más célebre, extraño y proclive a la conspiranoia de los últimos dos siglos. A los ripperólogos sólo les falta decir que a las prostitutas las mató Fofó, el delfín Willy o Batman, pero Benja Villegas y Kiko Amat, alumbradas las pipas y trasegados los ponches, sacarán sus propias (y fascinantes) conclusiones.
Seguro que alguna vez has escuchado algún podcast dedicado a los #serialkillers, pero seguramente ninguno que convierta el relato de los crímenes sanguinarios de sus protagonistas en un paseo por la cultura pop y el #truecrime. Las divertidas reflexiones de #KikoAmat y #BenjaVillegas no solo desnudan los crímenes sobre los que hablan de sus aspectos más siniestros, sino que, además, constituyen un ejercicio de erudición aplicada a temas que van desde un cuidadoso análisis de Charles Manson y familia que nos lo muestra como un hippy de derechas, hasta un repaso de las asesinas en serie que salpican la historia del crimen o de ejemplos de canibalismo o necrofilia y un catálogo de asesinos con pocas dotes para ejercer su oficio… En esta ocasión, Kiko Amat y @benjavillegas_ realizan para BCNegra un episodio 25 especial de Psycholand (en Instagram, @100patadas), con el noventa y cinco por ciento de material inédito e imágenes sorpresa. También un test de psicopatía a @flavitabanana