Al cumplir 18 años, Yolanda se entera de la historia de su padre, el Corsario Negro. Por ello, cuando conoce al hombre con el que debe casarse, un personaje dominante que quiere convertirla en un felpudo, siente una irresistible necesidad de huir. Yolanda y su hámster Emilio llegan a Génova y viajan como polizones en un barco que se dirige a Maracaibo. Durante el viaje, Yolanda le salva la vida a un delfín, al que llama Star, y, como consecuencia, Emilio y ella son descubiertos. Están a punto de matarla cuando Morgan, con el buque pirata el Rayo, aborda el barco. En el transcurso de la batalla, Emilio es arrojado al mar y Yolanda salta al agua para salvarle. Entretanto, Morgan se hace con el barco, descubre que Yolanda iba a bordo y recupera la Piedra Negra, que Yolanda había perdido. El delfín ayuda a Yolanda y a Emilio a llegar hasta la costa de camino a Maracaibo, pero ella no sabe que el malvado Wan Guld ha sido alertado y la espera.
Después de rescatar a Yolanda y Emilio, el delfín Star les lleva hasta la playa de Maracaibo, donde Yolanda se dispone a encontrar a los Piratas de Isla Tortuga. Mientras roba algunas ropas más adecuadas, Yolanda está a punto de ser capturada por los soldados, pero logra escapar. Luego, entra en una taberna, disfrazada de chico. Allí, Yolanda se encuentra con el vil pirata Jon “Alitosis” Largo, que descubre su verdadera identidad. Yolanda lucha con valentía, pero es capturada por Largo, que se la entrega al Capitán Valera y a Wan Guld. Al descubrir que no tiene la Piedra Negra, Wan Guld la encierra en prisión y anuncia su ejecución para tender una trampa a los otros corsarios. Yolanda escapa de la celda, pero, tras una valerosa batalla, vuelve a ser acorralada. De pronto, Morgan y sus hombres vienen a rescatarla. Juntos logran derrotar a los soldados y huir.
Los Corsarios tratan de llegar hasta el puerto de Maracaibo para “tomar prestado” un bote con el que acercarse a su barco. De camino, descubren al Capitán Valera y a Albert recaudando impuestos para el Gobernador. Los Corsarios luchan con los soldados y escapan con los impuestos. Cuando los Corsarios entregan el dinero de la recaudación a un monje para que lo reparta entre los pobres, los soldados les dan alcance y comienzan a perseguirles por un callejón sin salida. Nuestros héroes escapan por una puerta abierta y llegan a la casa de un juez de paz donde, en unas horas, va a celebrarse una boda. A Yolanda se le ocurre que Carmaux se vista con las ropas del juez y celebre la ceremonia. Pero durante la improvisada boda, el verdadero juez de paz consigue escapar y da la voz de alarma. Nuestros héroes se ven obligados a huir una vez más. Los Corsarios inventan un pasatiempo explosivo y terminan atrapados en el tejado de un edificio en llamas.
Yolanda, los corsarios y el joven Carlitos están atrapados en un tejado en llamas. Logran escapar pasando al tejado contiguo por una cuerda floja, mientras el Capitán Valera y sus hombres les disparan desde abajo. Yolanda cae de la cuerda floja y termina enfrentándose a Valera ella sola. Pero el fantasma de su padre aparece para ayudarla. Los otros corsarios rescatan a Yolanda en una calesa y Valera y sus hombres les persiguen por todo Maracaibo. Pero nuestros héroes logran escapar de nuevo, gracias a la ayuda de un puñado de ancianos y el monje al que entregaron el dinero de la recaudación de impuestos para los pobres (en el episodio anterior). Los corsarios logran llegar al puerto, donde toman prestado un velero para llegar hasta su barco, el Rayo, amarrado en alta mar. Los corsarios descubren que Carlitos viaja de polizón.
En su empeño por averiguar la misteriosa finalidad de la “rosa negra”, nuestros Corsarios se embarcan en una angustiosa cruzada marina. Primero, deben derrotar a Wan Guld y a sus piratas para evitar que el siniestro gobernador hunda su barco y les robe la piedra negra. Luego, Yolanda hace un gran descubrimiento. Su padre muerto, el Corsario Negro, se le aparece gracias al poder de la piedra negra y le cuenta la verdadera historia de la muerte de los “Tres Corsarios”. Yolanda averigua que tiene que encontrar el “mapa verde” y el “cetro rojo” que, junto con la “piedra negra”, constituyen la clave para llegar hasta el gran tesoro.
Tras ser lanzados por la borda en medio de la tormenta, Yolanda y Morgan se encuentran solos en una isla remota. Antes de que puedan planear el siguiente paso, una lanza les pasa rozando y Yolanda comienza a perseguir al agresor. Nuestros héroes se encuentran con una tribu primitiva, dirigida por un malvado Brujo. Una joven indígena está a punto de ser sacrificada y entregada al místico “Gran Pájaro”, una criatura legendaria que supuestamente habita en el volcán de la isla. Yolanda y Morgan rescatan a la chica, con lo que los fieros indígenas vestidos de pájaro comienzan a perseguirles. Al mismo tiempo, Carmaux (triste), Mako y Carlitos flotan a la deriva en el Rayo, destrozado por la tormenta, en busca de sus compañeros perdidos.
Retomamos la historia mientras una serpiente venenosa, arrojada por el brujo, jefe de la tribu de la isla, ataca a Yolanda. Al rescatar a Yolanda, Morgan es mordido por la bestia. La joven indígena (a quien Yolanda y Morgan han salvado de ser arrojada al volcán como sacrificio) regresa y les cuenta que, aunque el veneno de la serpiente es mortal, hay un antídoto. Este antídoto, que deben preparar, se compone de tres ingredientes: la cáscara de un huevo gigante oculto en una cueva llena de trampas mortales, la aleta de un pez monstruoso que habita en el río y, por último, una pluma del Gran Pájaro que se oculta en el interior del fiero volcán. Sin saber con seguridad si el “Gran Pájaro” existe realmente, Yolanda y Morgan parten en esta peligrosa búsqueda de los tres ingredientes.
Aunque Wan Guld cree muerta a Yolanda, ésta se encuentra viva y en perfecto estado. Ella y sus compañeros de aventuras atracan en Isla Tortuga, antiguo cuartel general de los Corsarios de la Costa. Mientras sus compañeros disfrutan de una bulliciosa fiesta de “bienvenida a casa”, Yolanda visita por primera vez la mansión abandonada de su padre. Su emotiva visita termina resultando peligrosa ya que los fantasmas de dos marineros que sirvieron a las órdenes de su padre creen que es una intrusa y se enzarzan con ella en una fantasmal lucha a espada con posibles resultados mortales… hasta que aparece el Corsario Negro y pone orden. En cuestión de segundos, porque Wan Guld, con la ayuda de Jon Largo, ha atacado el puerto con sus barcos profusamente armados.
Tras alejar a la flota de Wan Guld de Isla Tortuga, Yolanda y los Corsarios parten en su busca. Su objetivo es recuperar el Mapa Verde, una de las tres claves para descubrir el Tesoro de los Corsarios, que Wan Guld robó al Corsario Verde, hace muchos años.
Obligados a abandonar el Lingote en una balsa improvisada, Yolanda y los Corsarios luchan contra una tormenta, a sabiendas de que Carlitos, envenenado por una estocada de la espada de Wan Guld, puede que no aguante vivo toda la noche. Mako sabe cómo preparar un antídoto con la raspa del mortal pez aguja, pero cuando Yolanda trata de atraparlo se pincha con las espinas venenosas y Mako es el único que queda para prepararlo. Suficiente para preservar la vida de Carlitos durante la noche, pero no suficiente para curarle ni para ayudar a Yolanda.
Yolanda y los Corsarios, decididos a recuperar la Piedra Negra y el Mapa Verde, dos de las piezas del rompecabezas que conduce al Tesoro Perdido de los Corsarios, siguen al malvado Wan Guld y a su secuaz, Valera, a la próspera isla de Santo Tomás. Allí averiguan que Wan Guld celebra una fiesta para recaudar dinero para su obra de caridad favorita: su propia persona. Se trata de una fiesta de disfraces donde todos llevan máscaras. Por el camino, nuestros héroes “toman prestados” los trajes de unos invitados que se dirigen a la fiesta, se visten con ellos y consiguen entrar. Empieza la diversión.
Tras recuperar la Piedra Negra y el Mapa Verde (dos de las claves necesarias para desvelar el secreto del Tesoro perdido de los Corsarios), nuestros héroes se dirigen a toda prisa hacia los muelles en busca de una forma de salir de la isla, pero Valera y sus soldados, entre los que se encuentra Albert, les alcanzan. Los Corsarios, notablemente superados en número, luchan con valentía. Durante la batalla, Valera trata de disparar a Yolanda por la espalda, pero Albert, que es un hombre honrado, le salva la vida. Gracias al ingenio de Carlitos, los Corsarios salen victoriosos, pero se ven obligados a separarse.
Yolanda, Emilio y Carmaux están atrapados en una cueva con una pitón venenosa. La situación parece insalvable hasta que Yolanda obtiene fuerzas del Espíritu de su padre, el Corsario Negro. Con la ayuda de su astucia y habilidad, Yolanda derrota a la poderosa serpiente. Tras un mágico y emotivo gesto de “agradecimiento” a su padre, nuestros tres héroes continúan su peligrosa excursión. Yolanda no lo sabe, pero el Gobernador Wan Guld y Valera les pisan los talones.
En medio de una noche tormentosa, Yolanda, Emilio y Carmaux llegan al Castillo de Montelimar donde piden asilo. Alina, la espectral patrona del Castillo, les advierte de la presencia de fantasmas y les conduce por sus siniestros pasillos hasta la habitación en la que durmió el Corsario Rojo en una ocasión. Yolanda cae de inmediato en un profundo sueño, pero Carmaux se siente atraído hacia la cocina por un fuerte olor a comida. Emilio se despierta, descubre que Carmaux ha desaparecido y corre a alertar a Yolanda.
Yolanda cree que el Cetro Rojo forma parte del Tesoro del Marqués de Montelimar. Ella y sus amigos encuentran una pista que conduce a un viejo molino de agua. Pero Wan Guld les ha preparado una emboscada en un espeluznante puente colgante.
Yolanda y los Corsarios van caminando por la selva en busca de los pájaros Glu Glu cuando son rodeados por un grupo de nativos que les capturan. Su jefe, Atzul, ordena que les lleven al poblado, mientras él se dirige a Wan Guld y le incita para que se apodere del reino de Darein. Luego le revela que ha capturado a Yolanda.
Mientras Neala charla con Yolanda y los corsarios, Wan Guld aprovecha para capturar a toda su tribu. Su plan es ofrecérselos a cambio del Cetro Rojo y la Piedra Negra. Por su parte, Atzul, el guerrero jefe de la tribu, se propone utilizar este “fallo” de Neala en la protección de su tribu para someterla a un "juicio por magia". Para ello, le ha dado un collar con un embrujo que le impedirá hablar con sus amigos los animales, con lo que los cocodrilos podrán comérsela y él se convertirá en el nuevo rey de la tribu.
En medio de un diluvio tropical, Wan Guld y sus hombres persiguen a Yolanda y los Corsarios por un río selvático desbocado. Aunque Neala y sus amigos los animales logran que los Corsarios sobrevivan al ataque de unos cocodrilos hambrientos, la mortal Cascada de los Ángeles les espera, mientras Wan Guld se acerca por detrás. Sólo la oportuna aparición del Corsario Negro permite a nuestros héroes utilizar el poder natural de la repulsión magnética y así escapar milagrosamente del peligro TANTO de la cascada COMO de Wan Guld y vivir para proseguir la búsqueda del Tesoro de los Tres Corsarios.
Yolanda y compañía, mientras recorren la selva, ayudan a un muchacho, aparentemente perdido y hambriento. Sin embargo, el muchacho traiciona su confianza robándoles el Cetro Rojo y huyendo con él. Los corsarios le persiguen hasta un barco de vela de tres palos anclado a la orilla de un río, donde caen en una emboscada que les ha preparado su antiguo vengador, el Capitán Jon Largo. Su tripulación está formada por unos chavales, aprendices de pirata, a quienes supuestamente lleva a reunirse con su familia. Pero Jon tiene otros planes para ellos
Con la ayuda de Albert, Yolanda y los Corsarios escapan de Wan Guld y sus piratas y se encuentran, junto con la princesa Neala, en la compañía segura de un poblado de indígenas amistosos. Pero, mientras los indígenas les dan de comer y les proporcionan víveres para su travesía hasta la Isla del Tesoro con el mapa, la piedra y el cetro, comienzan a cocerse los problemas en el poblado. Natzul, el joven cazador de la tribu, no confía en los “forasteros” y teme que traigan la violencia a su pacífico poblado.
Yolanda y Morgan, enterrados hasta el cuello en la arena, están a punto de ahogarse cuando Neala, haciendo uso de sus poderes con los animales, llama a unos cangrejos marinos gigantes para que los desentierren. Una vez liberados Yolanda y Morgan, éstos, Neala y Albert inician un peligroso recorrido por la selva con la intención de advertir a Carmaux de que Wan Guld, guiado por Natzul, el cazador de la tribu, está a punto de lanzar un ataque con cañones sobre los pacíficos indígenas para recuperar la piedra negra.
Ahora que Yolanda y sus Corsarios han capturado al malvado Gobernador Wan Guld y al Sargento Valera y saben dónde se encuentra el fabuloso Tesoro de los Corsarios, parten tranquilos rumbo a la Isla del Tesoro. Para celebrarlo deciden iniciar a Wan Guld y a Valera como Piratas, y les hacen trepar por las jarcias, fregar las cubiertas, limpiar las ventanas y cocinar y servir una suntuosa comida. Pero Wan Guld está llegando al límite de su paciencia.
Perdida en el mar, Yolanda es encontrada por una familia de focas y una familia de delfines, más muerta que viva. Mientras se debate entre la vida y la muerte, tiene un sueño premonitorio en el que su padre, el Corsario Negro, le muestra qué pasaría si ella muriera. Ve a Wan Guld victorioso, exigiendo el Tesoro de los Corsarios y asesinando a su amigos. La madre de Yolanda, Honorata, la Rosa Negra, también insta a Yolanda a que “luche por el bien”. Yolanda comienza luchando por sobrevivir.
Yolanda y sus amigos navegan hacia la Isla del Tesoro cuando, de repente, el Rayo se ve envuelto en una espesa niebla. Pierden todo punto de referencia hasta que aparece una misteriosa figura que se ofrece a guiarles cuando Wan Guld y sus hombres atacan el Rayo. Durante la lucha, los barcos se ven fuertemente atraídos hacia un enorme remolino y desaparecen bajo el agua. Afortunadamente, el Rayo es escupido por el remolino y aterriza justo delante de Alyn-Nyla.
Yolanda y los Corsarios han llegado por fin a la isla de Nyla, donde se encuentra enterrado el fabuloso Tesoro de los Corsarios. Pero ¿en qué parte de la isla? Mientras nuestros héroes siguen las indicaciones del Mapa Verde, el volcán por mucho tiempo inactivo vuelve a la vida repentinamente lleno de furia. Sin embargo, ni siquiera un volcán en erupción logra impedir que Yolanda y los Corsarios prosigan su búsqueda del Tesoro de los Corsarios. Cuando nuestros héroes descubren dónde se encuentra la cueva del tesoro, una figura vestida de negro aparece ante ellos.
Yolanda y los Corsarios abren la puerta de la cámara y encuentran el tesoro esparcido ante sus ojos. En el interior de la cámara, está también la tumba del Corsario Negro, cuya imagen cuenta a Yolanda cuál es el verdadero tesoro...
Cuando Yolanda llega a su dieciocho cumpleaños, descubre la identidad de su padre: el Corsario Negro, el mayor pirata de todos los tiempos. Un misterioso encuentro revela a Yolanda su verdadero destino, que se encuentra atrapado dentro de una Rosa Negra...