En medio de una noche tormentosa, Yolanda, Emilio y Carmaux llegan al Castillo de Montelimar donde piden asilo. Alina, la espectral patrona del Castillo, les advierte de la presencia de fantasmas y les conduce por sus siniestros pasillos hasta la habitación en la que durmió el Corsario Rojo en una ocasión. Yolanda cae de inmediato en un profundo sueño, pero Carmaux se siente atraído hacia la cocina por un fuerte olor a comida. Emilio se despierta, descubre que Carmaux ha desaparecido y corre a alertar a Yolanda.