Ana y Lucía desaparecen en Monteperdido cuando salen del colegio. Cinco años después, una de las niñas reaparece; ha sufrido un accidente de tráfico. Ella está inconsciente y el conductor, muerto. Una noticia que dará un vuelco a las vidas de las familias afectadas. El teniente Santiago Baín y la sargento Sara Campos, agentes de la UCO, llegan al pueblo para hacerse cargo del caso. La investigación se revela como una contrarreloj: ayudados por el cabo Víctor Gamero, tendrán que resolver dos preguntas fundamentales: ¿quién es el hombre fallecido que han hallado en el coche? ¿Dónde está la otra niña que desapareció hace cinco años?
En el segundo capítulo de ‘La Caza. Monteperdido’, el teniente Santiago Baín y la sargento Sara Campos saben que están en manos de Ana. La niña que ha regresado después de cinco años de secuestro es todo lo que tienen para averiguar qué sucedió. Sin embargo, el testimonio de Ana apenas les aporta datos. No puede identificar a su captor, ya que siempre llevaba una máscara. El trabajo de los agentes se centra en intentar localizar el zulo donde estuvieron secuestradas y donde suponen que aún está Lucía. A lo largo de esa búsqueda, Santiago y Sara se darán cuenta de que el hombre que buscan es alguien del propio pueblo. Tal vez, alguien muy cercano a Ana.
La Guardia Civil detiene al primer sospechoso del caso y esto no es bien recibido en Monteperdido. Los agentes están acercándose a la verdad pero los habitantes del pueblo se sienten incómodos con la investigación al sentirse tratados como si todos fueran sospechosos y así se lo hacen saber al cabo Víctor Gamero, que terminará enfrentándose a la sargento Sara Campos. Mientras tanto, Ana intenta reintegrarse a la "vida normal". Algo nada fácil. Su regreso ha sido una bomba que ha hecho renacer antiguos secretos que pondrán en juego la vida de algunos vecinos de Monteperdido.
El teniente Baín y la sargento Sara Campos están logrando recomponer los años de secuestro de Ana y Lucía. Cada vez saben más del secuestrador y entienden mejor el infierno que las niñas sufrieron. Aunque los padres de Lucía, y en especial Joaquín, no están dispuestos a quedarse de brazos cruzados. Por eso no dudan en utilizar a Ana para intentar precipitar los acontecimientos y encontrar cuanto antes a Lucía. Pero un acontecimiento supone un giro dramático en el curso de la investigación y en la vida de Sara Campos.
Un descubrimiento en la investigación hará que Sara dude de Ana: ¿ha estado ocultando algo la niña desde el principio? Una pregunta sin respuesta, ya que Ana ha desaparecido. Mientras se organizan las tareas de búsqueda para dar con ella, con los padres con el alma en vilo, temiendo perder a la hija que habían recuperado, la sargento Campos logra entender qué sucedió en esos años de secuestro, la terrible verdad. Sin embargo, es posible que, cuando lo consiga, ya sea demasiado tarde.
Aunque la verdad haya salido a la luz, Lucía sigue desaparecida. Los acontecimientos vividos en el pueblo harán que la vida de sus vecinos quede marcada para siempre. Ya nada volverá a ser igual, tampoco para Sara. Poniendo en juego su salud mental, más débil que nunca, la sargento Campos no dará su brazo a torcer. No piensa marcharse de ese lugar perdido en el Pirineo sin conseguir lo que vino a hacer: encontrar a Lucía.
El Sargento Selva es enviado al pequeño pueblo de Tramuntana, en la isla de Mallorca, para revisar la investigación de la Sargento Campos y que empezó quince días antes. Una investigación que, al parecer, no ha terminado tan bien como suponían. Todo empezó con el homicidio de Bernat Cervera, un querido vecino del pueblo que dirigía el coro del Lluc des Teix, el centro de acogida de Tramuntana. Una institución donde se criaron Bela, Samiah y Julia, tres adolescentes que fueron testigos directas del asesinato y que ahora viven con unas familias de acogida. Sara Campos empieza a sospechar que Bernat no era el vecino ejemplar que todos creían: es posible que el motivo de su muerte fuera que estaba abusando de otro adolescente que vive en el Lluc des Teix, Dani. Sin embargo, el chico ha desaparecido. ¿Es posible que la muerte del director del coro sea la venganza de una de sus víctimas?
La detención de Vicente Trías, como autor material del homicidio de Bernat, no ha puesto fin a la investigación. De alguna forma, en Tramuntana, parece haberse abierto una caja de Pandora que se ha cobrado una nueva víctima: Gerard, el padre de acogida de Julia. Tanto ella como sus amigas, Samiah y Bela, están aterradas, ya que tienen un secreto que puede estar en el origen de esta espiral de muerte que está asolando el pueblo. Mientras tanto, Sara y Víctor han llegado a la conclusión de que Bernat no actuaba solo: tenía un cómplice. Este parece estar haciendo todo lo posible para encontrar a Dani y callarlo antes de que el adolescente cuente toda la verdad a la Guardia Civil. El sargento Selva, por su parte, ha seguido hurgando en el trabajo que hizo Sara en Tramontana, y se pregunta si la sargento desapareció por voluntad propia.
El desenlace fatal de la búsqueda de Dani pone a Sara al borde de perder su estabilidad. Sin embargo, la sargento se aferra a la investigación y, con el apoyo de Víctor, no ceja en la búsqueda de ese hombre que hizo que Dani saltara por un acantilado: de momento, todo lo que saben de él es que se mueve en una vieja furgoneta. Pero el caso da un vuelco: Julia se decide a hablar con la Guardia Civil y cuenta el secreto que ha estado atormentándola desde el principio. Algo que sucedió en una fiesta en la sierra días atrás. Los datos que proporciona Julia permiten que Sara y Víctor ubiquen a Oriol Noguera, un músico retirado que organiza esas fiestas, y a Malena, una relaciones públicas de un chill-out, el Mestizo, que llevó a Dani, Julia y Bela a esa fiesta.
La obsesión de Sara por vincular lo que vivió en su infancia y lo que está pasando ahora en Tramuntana es cada vez mayor. Una obsesión que le enfrenta a Víctor. El cabo cree que la sargento se equivoca y que hay un hombre en la cárcel acusado de un homicidio que no ha cometido: Marc Silvela, acusado del asesinato de Nahím, quién apareció muerto en la playa de Sa Calobra. Sospechan que esta muerte y la de Dani están vinculadas, y que el culpable es el hombre de la furgoneta blanca. Por otra parte, la declaración que hizo Julia ha puesto a Sara y Víctor en el camino correcto, pero ella también ha pagado las consecuencias de contar que Bela, Dani y ella sufrieron abusos sexuales en aquella fiesta. Tal vez en Can Falgueres. Su testimonio no ha encontrado el respaldo de nadie y lo único que quiere Julia es huir de la isla.
La investigación de Víctor ha demostrado que Sara estaba equivocada y ha puesto al equipo en la pista de un sospechoso: Oriol Noguera. El promotor de fiestas está desaparecido y la Guardia Civil se lanza a una búsqueda contrarreloj antes de que abandone la isla. Además, nuevas pruebas confirman que Oriol fue el cómplice de Bernat. Asimismo, aunque la investigación avanza con éxito, la relación entre Sara y Víctor se resquebraja. Para el cabo es cada vez más difícil soportar el peso de sus errores y estar al lado de Sara no le ayuda. Julia, por su parte, ha intentado pasar página: dejar de luchar por la verdad, a cambio de tener una vida normal con sus amigas. Pronto se da cuenta de que ya nada va volver a ser normal en Tramuntana. Paralelamente, el sargento Selva y Cati siguen analizando la investigación de Sara.
Sara ha desaparecido y nadie puede imaginar quién se esconde tras ésta. El sargento Selva recaba la colaboración de Víctor, que logra salir de su hundimiento al tomar conciencia de que Sara puede estar en peligro. Pero, ¿Qué ha pasado con la sargento? ¿Qué hay debajo de todo lo que está pasando en Tramuntana? Las respuestas harán que tanto Selva como Víctor empiecen a temer que ya puede ser tarde para Sara. Además, quien puede tener la explicación a muchas de estas cosas, Samiah, está amenazada. La única que podría decir qué es Can Falgueres mantiene el silencio.
La búsqueda de Sara se convierte en una contrarreloj desesperada. Víctor y Selva, por su parte, se encuentran con el muro de silencio de Cati: aunque sepan que ella está detrás de lo sucedido, no va a hablar. Además, tampoco logran dar con Samiah, mientras los dos agentes van atando cabos y empiezan a entender mejor qué es Can Falgueres. Ese lugar es donde está atrapada Sara, que se ve obligada a vivir su particular infierno: enfrentada a su pasado, a lo que vivió siendo pequeña al lado de su padre. Un infierno del que parece imposible salir con vida.
Víctor y Selva han logrado dar con Can Falgueres, pero quizá sea demasiado tarde: el padre de Sara, Ángel, ha escapado. Además, todas las piezas del puzle que ha sido la investigación de Tramuntana logran encajar y, en el centro de ellas, está Can Falgueres: un lugar perdido en la montaña donde la clase alta de la isla se permitía abusar de un grupo de chicos y chicas que no tenían protección. Sin embargo, saber lo que ha ocurrido, incluso tener los nombres de los culpables, no parece suficiente para que se logre hacer justicia. Samiah, Bela y Julia son solo un ejemplo de esas víctimas que no parecen importar a nadie. Algo que los guardias no van a permitir.
La tensión entre Sara y Víctor se palpa en el ambiente y Selva necesita entender qué está pasando entre ellos: Víctor decidió romper su relación de pareja y Sara ha tenido que aceptarlo. El equipo de los GEAS encuentra el móvil de Alicia en el río junto a unos carrizos cerca de su casa. En la memoria una grabación demuestra que Diego ha estado mintiendo. Selva ordena que se examine una zona más extensa y con un objetivo más claro: están buscando un cadáver: el de Alicia. Lo que era un secuestro puede que se haya convertido en un homicidio. La investigación de la Guardia Civil a orillas del Guadiana da con una nueva pista: aparece un cuerpo. Es el de Moisés, un hombre de etnia gitana muy conocido en el pueblo.
Diego le confiesa a Rocío que ha seguido viendo a Alicia. Ella le propone mantener las apariencias y la coartada mientras dure la investigación. La forense ha averiguado que la sangre que había en la casa de Alicia no era de la chica sino de Moisés. Este dato gira de nuevo el caso hacia una nueva dirección. Es posible que Alicia siga viva. Sara, pese a no estar ya en la Guardia Civil, se inmiscuye en la investigación yendo siempre un paso por delante. Cuando Mario ya está más recuperado, decide interrogarlo de nuevo: todo apunta a que quien está detrás de todo esto es Duarte, pero ¿quién es Duarte? Mario no lo sabe. Solo le vio una vez hace 12 años. Solo el hecho de recordar ese momento desestabiliza a Mario.
Mario se toma la medicación: está estable y cada vez está más cercano con su hermana. Leo toma conciencia de que, durante mucho tiempo, ha estado en el bando equivocado. Ahora siempre queda con Nico, es el único con el que puede desquitarse: odia ese pueblo y, sobre todo, a Aure. Sara prefiere mantener las distancias con Víctor. Sabe que él no quiere seguir en la UCO: los casos en los que ha trabajado han acabado quemándole. Por eso pidió el traslado a Monteperdido. Rita consigue liberar a Alicia, pero el esfuerzo la deja exhausta. Alicia reconoce la zona, está en la antigua ruta de los contrabandistas. Su padre le enseñó todo aquello. A unos cuantos kilómetros encontrarán un pueblo y podrán ayudarlas.