Un furgón de seis antidisturbios es enviado a realizar un desahucio en el centro de Madrid. Normalmente acuden dos o tres equipos, pero es agosto, hay pocos efectivos y deben ir solos. El desahucio es difícil y duro, pero justo cuando creen que todo está controlado, el más violento y joven de los seis toma una mala decisión que hace que todo estalle y un inmigrante senegalés cae de una altura de dos pisos, muriendo a las pocas horas. Los seis policías creen que son inocentes y que sus jefes los van a apoyar, pero en la otra punta de la ciudad, un equipo de Asuntos Internos empieza una investigación. La agente Laia Urquijo, la única mujer del equipo, intuye que está ante un caso importante y se va a dejar la piel en él.
Los seis antidisturbios siguen con sus vidas ajenos a que están siendo investigados. Pero el equipo de Asuntos Internos avanza sin descubrir nada especial. Solo Laia cree que hay algo más que mala suerte tras la muerte del inmigrante. Cuando el jefe de equipo pide que cierren la investigación y todo está a punto de terminar, Laia descubre el cabo suelto que la lleva a descubrir que los antidisturbios borraron un vídeo que recogía todo el incidente. Aunque ellos lo borraron para evitar ser linchados en las redes, ahora eso mismo les hace parecer culpables. Justo después de ayudar a disolver unos fuertes disturbios en el barrio del inmigrante muerto, los seis policías son llamados al despacho de su superior. Todos van a pagar las consecuencias de sus actos. Todos excepto Álex, sobrino de un jefazo del cuerpo.
Además de las consecuencias internas, en la lectura de cargos con el juez los antidisturbios descubren que les acusan de homicidio con dolo. Piden cárcel, de cuatro a nueve años. Álex pide ayuda a su tío y este les pone en contacto con Revilla, un ex policía que llega donde la ley no puede. La solución que les propone es incómoda: inventarle un falso historial criminal al inmigrante muerto para dejar de parecer los malos de la película. Los antidisturbios aceptan. No saben que Laia sigue investigando y ha averiguado algo que podría ayudarles en el juicio: el juez que ordenó el desahucio parece haber cometido irregularidades. Laia intuye que hay altas esferas implicadas y que por eso su jefe le ordena darle carpetazo. Pero Laia sigue, a espaldas de sus superiores. Pide ayuda a Diego, uno de los antidisturbios, para que le pase informes de desahucios pasados. Diego rechaza ayudarla en un primer momento, pero su mala conciencia por el trato con Revilla le hace aceptar.
Las maniobras de Revilla dan sus frutos y los antidisturbios ya no están en el punto de mira. Diego y Laia encuentran un patrón de corrupción urbanística y Laia tira del hilo hasta dar con el empresario al frente de la trama. Cuando se entera de que el informe criminal del inmigrante es falso, se da cuenta de que se ha equivocado al querer salvar a los antidisturbios. Laia encara unos nuevos interrogatorios dispuesta a destruirles, pero el tío de Álex alerta a los antidisturbios y estos pactan una respuesta coherente. Cuando el equipo de Asuntos Internos ya da por perdidos los interrogatorios, Laia detecta al más débil y logra que confiese. Esa misma noche su jefe directo la saca de casa de madrugada para enseñarle algo. Un piso franco donde una comisión policial secreta investiga la trama urbanística que afecta a altos cargos policiales. Un caso que ella ha estado a punto de arruinar al desobedecer sus órdenes y hacer indagaciones por su cuenta.
Mientras los Antidisturbios pagan las consecuencias de su trato con Revilla, Laia empieza a colaborar con la comisión especial que investiga la trama. Pronto descubren que había un jefazo de Antidisturbios implicado y que este no es otro que Rosales, el tío de Álex. Para demostrar su teoría, necesitan el testimonio de los antidisturbios del furgón. Diego colabora, pero Álex se cierra en banda. No piensa traicionar a su tío, se resiste a creer que es un corrupto. Y sin su declaración, Laia no tiene nada. El día del gran partido de Champions, tras una batalla campal contra los ultras, Álex mira a su tío y de repente se le viene encima toda la verdad. Esa misma noche decide delatarle.
Laia logra que Álex le entregue a su tío, quien colabora con ellos poniendo escuchas en una comida con todos los altos cargos investigados. La operación no puede salir mejor y Laia empieza los trámites para entregar sus cabezas. Dos hombres encapuchados le roban toda la información del caso y le dan una paliza. Los seis antidisturbios se reúnen en una cena que acaba en una borrachera que deja salir todo lo que han callado en estos meses de tensión. Diego abandona el restaurante para siempre: sus compañeros ya no son su familia. Laia sabe que el responsable del robo ha sido Revilla. Hacen un trato: él le devuelve el caso a cambio de que ella le entregue cierta información de Asuntos Internos. Los antidisturbios quedan libres, aunque nunca sabrán que ha sido gracias a que Laia ha vendido su alma al diablo, y siguen con sus vidas: Diego ha dejado la policía y ahora es guardia de seguridad, sus ex compañeros se encaminan hacia una nueva misión.