Es 2017, y Gervasio se encuentra atrapado en un after que parece eterno. El año nuevo ha traído consigo una serie de celebraciones donde las rayas, pastillas y el alcohol se han vuelto su única realidad. Todo es euforia y olvido, hasta que la burbuja se rompe cuando una noticia inesperada le golpea: su madre ha sufrido un infarto y su estado es crítico. La culpa y la impotencia lo consumen. Intentando reunir el valor para ir al hospital, su mente nublada le impide dar el paso. Vergonzoso de su estado, Gervasio acaba refugiándose en su abismo personal buscando así un escape que solo lo hunde más y más. Tres días de negación que lo llevarán a revivir fragmentos de su vida, en especial uno: su participación en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. Ahí, bajo el ambiente olímpico y el cariño de su familia, Gervasio era alguien muy distinto. Y es que el atleta que una vez fue, lleno de ambición y energía, parece un reflejo roto frente al hombre destruido que es hoy.
Luchando con su propia culpa y fragilidad mientras enfrenta el grave estado de su madre, Gervasio es incapaz de salir del pozo emocional en el que ha caído. Pero su llegada al hospital lo llevará a recordar su infancia y juventud, cuando el sueño de convertirse en gimnasta olímpico lo llevó a vivir los grandes sacrificios familiares que nos conducirán desde que con ocho años pisó por primera vez el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, hasta las tensas discusiones familiares por la falta de recursos económicos. La historia de su ascenso está marcada por la dureza de su entrenamiento, el sacrificio de su madre y los propios conflictos internos que siempre lo acompañaron al tiempo que la pasión y la determinación del joven será moldeada por la exigencia del deporte de élite.
Tras la recuperación de su madre de un infarto, Gervasio aún es incapaz de conciliar su vida atormentado por la idea de lo que pudo haber pasado si no hubiera estado con ella. Gervi afronta una de las pruebas más difíciles de su carrera cuando, antes de competir, se ve obligado a someterse a una operación de espalda que pone en riesgo su futuro en el deporte. Pese a esta gran adversidad, Gervasio regresará decidido a recuperar su lugar en la élite, entrenando con la determinación que lo llevará a ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Pero la inesperada pérdida de Lev, su entrenador y mentor, harán mella en el joven ex deportista quien se enfrenta a sus demonios mientras intenta mantenerse sobrio y dirigir el gimnasio que lleva su nombre, en un humilde barrio de Barcelona. La presión lo consume, y las recaídas lo llevan a perder el control sobre su vida y su entorno. Gervi reconoce que necesita ayuda ingresando en una clínica de desintoxicación.
Luchando contra el síndrome de abstinencia, Gervasio comenzará su proceso de recuperación con una actitud desafiante y reacia a aceptar la cruda realidad de sus adicciones. Durante su estancia en la clínica de desintoxicación, Ger se enfrentará a las duras verdades de su pasado. Mientras atraviesa sesiones de terapia, Gervi confrontará su adicción al alcohol y otras sustancias negando ser un enfermo crónico. Asistiremos a su ascenso y caída en el deporte, su lucha por mantener su título olímpico y su hundimiento emocional tras la medalla de plata en Pekín. Sofía, su terapeuta, le desafiará a explorar las causas profundas de su adicción y a tomar responsabilidad por su vida. Poco a poco, Gervasio empezará a abrirse reconociendo las malas decisiones que lo llevaron a este punto.
Gervasio confrontará a su terapeuta quien le insta a confiar en el proceso. Iremos descubriendo como el descontrolado modo de vida de Ger le llevó a ser despedido del CAR sintiéndose aislado y atrapado en una vida de alcohol y drogas. Pero un rayo de esperanza surgirá cuando sea invitado a los Juegos Olímpicos de Río 2016, sin embargo la emoción se desvanecerá pronto cuando descubra que él no tiene lugar en el desfile. Humillado y lleno de rabia, su estancia en Río terminará en una borrachera que lo llevará a ser expulsado de su hotel y enviado de vuelta a España. En la clínica formará una conexión con Sara, otra paciente, enfrentándose así a sus propios demonios. Finalmente, Ger aceptará la realidad de su enfermedad y, tras meses de tratamiento, dejará la clínica decidido a no recaer. De vuelta en su gimnasio de La Mina, Gervasio buscará redimirse a través de su pasión por la gimnasia. Se reconciliará con su familia encontrando así un propósito ayudando a los jóvenes.