Es 2017, y Gervasio se encuentra atrapado en un after que parece eterno. El año nuevo ha traído consigo una serie de celebraciones donde las rayas, pastillas y el alcohol se han vuelto su única realidad. Todo es euforia y olvido, hasta que la burbuja se rompe cuando una noticia inesperada le golpea: su madre ha sufrido un infarto y su estado es crítico. La culpa y la impotencia lo consumen. Intentando reunir el valor para ir al hospital, su mente nublada le impide dar el paso. Vergonzoso de su estado, Gervasio acaba refugiándose en su abismo personal buscando así un escape que solo lo hunde más y más. Tres días de negación que lo llevarán a revivir fragmentos de su vida, en especial uno: su participación en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. Ahí, bajo el ambiente olímpico y el cariño de su familia, Gervasio era alguien muy distinto. Y es que el atleta que una vez fue, lleno de ambición y energía, parece un reflejo roto frente al hombre destruido que es hoy.