Un camión ha volcado. Su contenido tóxico inunda la carretera y arde. Los bomberos tratan de atajar las llamaradas. La situación se complica cuando, una vez en el hospital, el contacto del personal con los accidentados causa nuevas bajas. También Rusti resulta afectado, por lo que su vida corre peligro. La muerte de una de las enfermas confirma la gravedad de lo que está sucediendo. Aimé se ve obligado a cerrar urgencias para evitar más casos y los visitantes aislados en la sala de espera se amotinan e intentan salir con el consiguiente peligro de contagio.