Romina es la hija mayor de una típica familia judía de clase media. Trabaja en el negocio de telas de la familia, vive aún con sus padres y respeta todas las tradiciones y costumbres. Por amor a sus padres y a su sangre, desea más que nada seguir con el mandato familiar y casarse con un hombre de la colectividad que aprueben sus padres. Sin embargo, y muy a su pesar, esta enamorada de Pedro, un empleado de su padre, católico. Hugo aconsejado por el rabino amigo del Padre Francisco, se presenta como Samuel en la cita y expone los clichés del caso. Cree que va a ser fácil dejarla pero no cuenta con el peso de la familia de Romina que se ilusiona al conocerlo y lo integran automáticamente. Hugo, lejos de huir, se siente atraído por la familia de Romina y su calidez y unión. Siente nostalgia por la suya que esta desunida y quiere que Gloria lo ayude a reunirlos. Gloria no quiere saber nada, solo que termine con el caso. No le va a resultar fácil, ya que descubre que Romina está enamorada de un muchacho católico y ha renunciado a él por temor a desilusionar a su familia. Hugo, conmovido, intentará ayudarla pero parece imposible luchar contra los mandatos ancestrales.