Los chicos han podido comprobar que, tal y como sospechaban, no están solos en la isla. Dos personas cubiertas con máscaras de gas les han disparado mientras rescataban a Vilma del cepo en el que estaba atrapada. Tienen que huir cuanto antes de esa isla que es una ratonera pero el Estrella Polar está a 200 millas de tierra, han ido a recoger a los supervivientes que se quedaron en el hotel. La única forma de adentrarse de nuevo en el palmeral sin correr riesgos es contar con la ayuda de una infiltrada: la vaca del campamento, que cada mañana campa a sus anchas por el interior de la isla. Le instalarán una cámara en la cabeza, una vacacam. Mientras tanto en el barco tienen sus propios problemas. Han amanecido rodeados de enseres del edificio, como si el hotel hubiese estallado en pedazos y sus restos flotaran a la deriva. Está claro que algo ha sucedido. Todos los intentos que el Estrella Polar ha hecho para ponerse en contacto con el edificio ha sido en vano. No responden a las llamadas ni a las bengalas y estando tan cerca deberían poder comunicarse por onda corta, pero nada. No hay nadie asomado a las ventanas ni en la azotea. Es como si se estuvieran acercando a un cementerio. Cuando por fin entran en el edificio, sus sospechas se confirman: allí no hay nadie, ni rastro de los supervivientes. Valeria y Ratón están tristes porque se está acabando el chocolate y saben que nunca volverán a encontrar más. Ramiro, en un intento por animarles, les convence de que si plantan las migas de chocolate que les quedan, pronto brotará de la tierra una planta de chocolatinas. Aunque el joven marinero está seguro de haber hecho una buena obra, Ventura le sacará pronto de su error. Los niños no son tontos y no olvidan ¿qué les dirá cuando comprueben que de la tierra no ha salido nada? Es el cumpleaños de Gamboa y Estela quiere que para que se sienta querido, el capitán le de un regalo. Ella lo ha preparado todo para que parezca que es cosa del