Esta es una historia de fugas y atracos, de policías y ladrones. Nuestro protagonista es Juan Diego Redondo Puertas, quien no tuvo una infancia fácil. Su padre enfermó cuando él tenía 11 años y en esa época su vida empieza a torcerse. Estuvo en orfanatos y reformatorios de los que muy pronto aprendió a fugarse. Con 14 años Diego ingresa por primera vez en la cárcel Modelo de Barcelona. Con 15 años ya era un atracador experimentado. Será en prisión dónde aprenderá de todo: a leer, a escribir, a robar, a atracar. La cárcel fue su escuela.
Setiembre de 1977. Diego Redondo Puertas recibe una información privilegiada de la entrega de un material muy valioso en la joyería Cartier de Barcelona. Diego, con sólo 17 años, planea y ejecuta un brillante atraco a la joyería. Será uno de muchos, solo unos meses después vuelve a ser detenido. Diego regresa a la Modelo y allí se convierte en uno de los líderes de la COPEL, la Coordinadora de Presos En Lucha. Organiza motines, altercados e incendios, pero también prepara algo más grande. La mayor fuga de presos de la historia de España.
A principios de 1978, y con solo 18 años, Dieguito el Malo se convierte en uno de los cabecillas de la mayor fuga de presos que se recuerda. “La fuga de los 45”. El plan es cavar un túnel por el sótano de la prisión, partiendo del agujero del montacargas que hay en la enfermería. Diego y 44 hombres más tendrán que lidiar con la escasez de oxígeno, la falta de luz y algún que otro incidente más que les complicará la salida.
45 presos acaban de fugarse de la Modelo. Son libres, pero los están buscando. La banda de fugitivos necesita ayuda: comida, ropa, y sobre todo, dinero. Lo único que Diego se ha llevado consigo es una pistola. Pasan días fugados y cometiendo un sin fin de atracos. 25 días después, la Guardia Civil lo localiza en un restaurante de Castelldefels. Ahí empezará una gran persecución y un tiroteo que, a todas luces, apunta a un fatal desenlace.
Nadie sabe cómo, pero Diego logra sobrevivir a la ráfaga de tiros de la Guardia Civil. Pasará días en el hospital, recuperándose, pero no serán días fáciles. Aparte de las heridas y de la dura recuperación, Diego va a tener que enfrentarse a una vigilancia policial extrema. Casi tres meses después de caer abatido, Diego volverá a la Modelo siendo un héroe, incluso mayor que antes. Se convertirá en un Kie, un líder de galería que controlará la droga y las armas que se mueven en la cárcel.
Cuando Diego parecía tener su vida más ordenada, volverá a sufrir un revés judicial. Acaba de casarse, tiene hijos y entonces es condenado a un delito cometido hacía más de una década. No van a ser tiempos fáciles para él, sufrirá pérdidas de familiares que lo dejarán abatido. Diego pasa las horas encerrado en su celda y decide escribir un libro sobre la fuga de los 45, que presentará con mucho éxito. Siente que la justicia nunca ha sido imparcial con él, así que decide volver a fugarse, como acto de reivindicación.
Fugado en las montañas de las Alpujarras de Granada, contacta con un periodista para que retransmita su fuga. Así tendrá el altavoz de la prensa para manifestar la poca justicia que ha habido por la muerte de su hija y por las malas condiciones de vida en las que se encuentra su hijo. En esas montañas planea el que va a ser su último atraco: la caja de un supermercado en la calle Ganduxer de Barcelona. Un atraco que durará casi 90 minutos y en el que la máxima preocupación de Diego será que no le maten.
El atraco al supermercado no fue como esperaba. Diego está en prisión otra vez, lo han condenado a casi 19 años. Esta vez está en la cárcel de Brians, dónde no le dan permisos ni le dejan recibir visitas. Su estado de salud cada vez es más crítico, está perdiendo mucho peso pero, aún así, el juez insiste en no dejarlo salir. Cuando por fin y gracias a su hermana consigue salir de prisión, en un estado de salud muy delicado, decide darse un último capricho.