Carlos y Lucía creen que la relación de Ferrer, el jefe del MIP, con una banda de narcotraficantes iraníes es sospechosa. El inspector afirma que sólo está realizando una investigación de un asunto de drogas. Ferrer se reúne con la banda en un restaurante, en donde irrumpe Carlos acusándolo. Cuando los narcos se enteran de que Carlos es policía, Ferrer le da una paliza brutal para no ser descubierto. Mientras, una serie de tumbas comienzan a ser abiertas en el cementerio.