Ashling Murphy era la joven irlandesa perfecta. Orgullosa y apasionada de su herencia, transmitía su cultura y folklore a través de la música, el deporte y sus clases como profesora de primaria. En enero de 2022 ese miedo irracional esperando algo malo cuando todo va genial, se volvió real. El dolor y enfado por el crimen de Ashling fue descrito en Irlanda como “todo el país llora lágrimas verdes por su hija.”