El precio que tuvo que pagar la tripulación para llegar a su destino fue muy alto. Los marineros se enfrentaron a unas durísimas condiciones climatológicas, al hambre y a la sed, que provocaron un ambiente de insalubridad general y el surgimiento de plagas y enfermedades. Durante los tres años de expedición, el vino y las galletas fueron dos de los productos más codiciados. El hambre y la desesperación llevaron a muchos a pagar medio ducado por una rata, comerse el cuero que cubría el palo mayor y otros lujosos manjares.