En 1519 cinco naves precarias se lanzaron al mar sin saber que se convertirían en las primeras en dar la vuelta al mundo. En un escenario en el que no se contaba con las facilidades tecnológicas de hoy en día, los mapas se convirtieron en un codiciado objeto de deseo para todas las potencias. Fue en este marco en el que Portugal, el Cabo Cañaveral de la navegación, encontró pronto en España la gran competencia, dando lugar a una carrera tecnológica que supuso grandes avances en el trazado de las rutas transoceánicas.