Don Alfonso tiene la firme intención de comprar el Plaza Garibaldi para remodelarlo y montar su propio negocio. Rosario y El Coloso intentan convencerlo de que les dé más plazo para reunir el dinero y pagar la multa, con la esperanza de salvar el lugar que tanto amán. Rosario recibe el apoyo de su mamá tras la visita de Don Alfonso, quien quiere quedarse con el Plaza Garibaldi y poner fin al legado que dejó su padre. Juntas, madre e hija se preparan para defender el bar.