Uno nunca sabe lo que está dispuesto a hacer por conseguir su pedazo de fama, aceptación y éxito. Tom se embarca en un truculento plan para poner aprueba la integridad del sistema judicial estadounidense, pero hay veces que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. El gran cineasta Fritz Lang inmortalizaba esta curiosa y trepidante versión de un Fausto moderno. Alertamos a los spoilers: ¡no reveléis el final!