Es 1996 y Christopher Davidge de Christie’s está disgustado: no ha obtenido beneficios personales de este plan de fijar precios, en especial comparado a DeDe Brooks, su contraparte de Sotheby’s, quien está en alza. Pero cuando se emiten citaciones del Departamento de Justicia, y una investigación de alto perfil se inicia, ambos enfrentan una situación imposible: cooperar, o arriesgarse a perder todo por lo que han trabajado.