Es 1993 y DeDe Brooks de Sotheby’s y Christopher Davidge de Christie’s, en nombre de sus jefes Alfred Taubman y Sir Anthony Tennant, comienzan a reunirse en secreto para discutir cómo fijar precios que beneficien a ambas casas de subastas. Pero cuando esta confabulación comienza a dar frutos y las ganancias empiezan a subir, tanto sus colegas como las autoridades federales empiezan a percibir que algo falla.