En 1941, Frida Kahlo vendió "Yo y mis pericos" a la mecenas y filántropa Mattilda Geddins Gray. Más de medio siglo después, en plena pandemia, un coleccionista asegura que tuvo la pintura en Ciudad de México y que estafadores lo sedaron y se lo robaron. Durante su investigación, Veka Duncan descubre que el cuadro siempre estuvo en Estados Unidos.