Los Angeles, California. Eran pasadas las doce la noche del 3 de agosto de 1980. Se encontraba sola, apoyada en la barra del bar de música country “El pequeño Nashville”, tomándose una copa, y pensando. Ese bar había sido como su segunda casa. Jack Murray tardaba en subir al escenario a tocar una de esas horribles canciones que ponían la banda sonora al medio oeste americano. Resultaba increíble cómo ese trasnochado músico, aún tenía esperanzas de triunfar.