Don Rodrigo ha decidido colgar la sotana. Don Horacio le recibe en su despacho del obispado, para ultimar los detalles de su despedida. Pero todavía le quedan unas cuantas cosas por hacer, y la más difícil va a ser comunicar su decisión a los vecinos de Louredo y, muy especialmente, a don Crisanto.
Pero cometerá el error de hablar en primer lugar con Delmiro. Una indiscreción de Moncha hará que la noticia corra como la pólvora por Santo Antonio de Louredo, cuyos vecinos no tardarán en hacer lo que suelen hacer en ocasiones como esta: buscar culpables entre sus filas, cizañear y generar conflictos. En este caso, la elegida será Maite, seductora oficial de la comarca; y los argumentos, tan sólidos, que harán creer a la mismísima funcionaria en su culpabilidad.
Pero la peor parte de la historia, como siempre, se la llevará don Perfecto. Claramente es un personaje nacido para sufrir. Y una vez más será Horacio Casares quien medie en el embrollo... aunque en esta ocasión pagará un precio, pues despertarán en él recuerdos muy dolorosos y que parecían archivados en lo más hondo de su corazón.