Los Bartolomé no son una familia al uso. Trabajan como feriantes y sólo reciben ingresos en primavera y verano. Esta situación, sumada a una mala administración y una nefasta gestión, ha hecho que los Bartolomé estén en bancarrota, con un nivel de deuda que desconocen, y unas posibilidades de futuro reducidas a la nada si no toman medidas. Una madre que saca dinero de dónde no hay, se endeuda constantemente y que pide a toda su familia. Un padre que no es consciente de la situación que hay en su casa, y que antes de escuchar prefiere huir. Tres hijos que no aportan pero exigen. Y un cuarto que sueña con ser piloto de motociclismo.