Un atracador se hace con la recaudación del bar de Gonzalo. Antes de huir del bar, el atracador, un tipo duro que se cubre el rostro con una careta de Aznar, besa apasionadamente a Laura. La sensación de impotencia y, sobre todo, la fascinación que el atracador despierta en Laura provoca frustración en Paco. Éste, entonces, decide tomarse la justicia por su mano y asumir funciones de policía en el bar. Su exceso de celo y su ideal de justicia lo enfrentan con sus amigos y con Gonzalo: prohíbe que las parejas se besen en el bar, declara ilegal el juego del parchís… Su obsesión es encontrar al atracador y descubrir, de esta forma, quién besó a Laura. Sospecha del propio Gonzalo y de David. Cuando concluye sus pesquisas, detiene y esposa a Gonzalo. Este momento de confusión lo aprovecha el auténtico atracador para volver a robar la recaudación. Ahora, la responsabilidad recae sobre Paco. Finalmente, Gonzalo contrata los servicios de un guardia jurado profesional. Sole se ha reencontrado con el policía que hace treinta años la mandó al hospital después de participar en una manifestación antifranquista. El policía, Ramón, asegura que ha cambiado mucho, y le propone una relación sentimental. Sole, entonces, se plantea el dilema: seguir fiel a sus principios políticos o dejarse llevar por el amor que le ofrece el antiguo policía franquista. Parece que el amor vence a los principios políticos. Pero en el último momento, Sole prefiere citarse y salir con Santiago Carrillo en vez de con Ramón.