La comida en casa de los Oblonski significa el arranque de la felicidad para Kitty y Levin, que han comprendido que nada hay mejor para ellos que unir sus vidas. La grave enfermedad de Ana hace que Karenin regrese a San Petersburgo y que se reúna con Wronski y el médico ante el lecho de la enferma, que solicita su perdón y su olvido. Karenin, después de ver a su mujer, se entrevista con Wronski y le expone su postura y los planes que tiene. Wronski abandona la casa de Karenin y, en la suya, es incapaz de resistir la desesperación que le invade.