Las circunstancias obligan a Karenin a consultar a un abogado cuando le sorprende la visita de su cuñado Oblonski, que casualmente ha sabido de su presencia en la capital y desea que asista a una cena que celebrará en su casa. Las razones de su negativa causan a Oblonski gran disgusto, pero insistiendo en su invitación logra que Karenin acepte. Su presencia en casa de los Oblonski ofrece a Karenin la oportunidad de mantener con su cuñada una interesante conversación.