Hasta tres durísimas agresiones llegó a sufrir Ucanca antes de permanecer secuestrada durante 10 días maniatada al cabecero de la cama por su maltratador. Durante toda su relación Ucanca pensó que su agresor era una víctima y, en muchas ocasiones, que ella era la culpable de sus brotes violentos. Un caso en el que la idealización extrema y una equivocada concepción del "amor romántico" derivaron en un caso de violencia de género considerado de riesgo extremo, llegando a estar escoltada por dos agentes.