George Eastman, nacido cerca de Nueva York en 1854, no inventó la cámara fotográfica. De hecho, tampoco inventó el carrete, ni el color, ni las películas fotográficas. Inventó algo todavía más revolucionario: la cámara Kodak, la cual permitió que la fotografía, hasta entonces reservada a los profesionales, se convirtiera en una técnica al alcance de todo el mundo. Su primer lema no podía ser más elocuente: “¡Kodak! Usted aprieta el botón y nosotros hacemos el resto”.