Jalis de la Serna viaja a Bamako, la capital de Mali. Se trata del mismo viaje que, durante los últimos años, han hecho decenas de ciudadanos españoles con un objetivo: hacer fortuna en el negocio del oro. Trabajan sin ningún elemento de seguridad y, entre ellos, el equipo advierte la presencia de niños: “Sí, aquí trabajan menores. Es hipócrita decir que estos niños tendrían que estar en el colegio cuando en su casa son tan pobres que necesitan el dinero que llevan”, proclama. Hasta este país llegan cada año compañías de Estados Unidos, Canadá o Suiza a hacer acopio de las reservas de oro. Las minas tienen la obligación legal de invertir en escuelas o dar electricidad gratuita, pero estos acuerdos se incumplen constantemente con total impunidad.