En este último episodio, la urbanización donde viven los Camacho se está viendo sacudida por la aparición de un mirón que se dedica a observar a través de las ventanas a las vecinas mientras se cambian de ropa. Las mujeres, ultrajadas, forman unas patrullas vecinales para atraparlo con las manos en la masa. La única mujer de la urbanización a la que el mirón aún no ha mirado es a Lola, que entra en "depresión" y empieza a cuestionarse el por qué de tal desprecio. Siente que está perdiendo la belleza, que le salen arrugas, que envejece por momentos. Fran trata de demostrarle, como sólo él sabría hacerlo, que está equivocada.