Fran se marcha de mal humor al trabajo, una vez más, no hay nada para desayunar. Su mujer, Lola, es la culpable, un ama de casa pésima, vaga y con una falta absoluta de interés por todo lo que amenace la integridad de sus largas uñas rojo pasión. Al llegar a la zapatería donde trabaja Fran las cosas no mejoran: una clienta exigente le toca las narices y acaban discutiendo. Sólo Dani consigue arrancarle una sonrisa cuando le invita al partido del Atleti que se juega esa misma noche en el Calderón. De vuelta a casa, Lola le espera, como es costumbre, sin la cena preparada y con una desagradable sorpresa: ha invitado a unos vecinos a tomar algo, sus vecinos Pelayo y Pati.