Hace ahora una década de las primeras protestas de vecinos y colectivos afectados por el impacto del turismo masivo. La respuesta que han venido recibiendo de los responsables públicos eran acusaciones de turismofobia, de ser un grupo de “rojos radicales” que “muerden la mano que nos da de comer”. La inacción de la política en todo este tiempo ha hecho que las consecuencias negativas de este fenómeno se acentúen y se extiendan a cada vez más lugares y a más gente. Sin embargo, las protestas ciudadanas que en los últimos meses han sacado a la calle a cientos de miles de personas en varias comunidades autónomas están propiciando un cambio de discurso en los gobernantes que, pese a ser defensores a ultranza del mercado libre, se rinden ante la obviedad y admiten ahora la necesidad de regular este sector. Con los compañeros de elDiario.es de Catalunya, Pau Rodríguez; de Illes Balears, Angy Galvín, y de Andalucía, Néstor Cenizo, recorremos diferentes puntos de España.