Madrid, febrero de 1936. Mientras Antonio y muchos compañeros, de clases populares, celebran, en una verbena improvisada en la calle, el triunfo del Frente Popular, Andrea regresa a casa en compañía de su amiga Consuelo. Allí le está esperando su padre, Don Fabián, dueño de una empresa de materiales de construcción a quien, Andrea, se enfrenta continuamente porque no le permite estudiar en la Universidad. Doña Loreto, su madre, logra convencerle de que le permita asistir a una academia de dibujo. Allí conoce a Eduardo, un joven pintor de ideas progresistas, aunque de familia aristocrática, con quien descubre un mundo de libertad que sus padres no sospechan y de quien cree estar enamorada. Los hechos se precipitan. Llegan noticias del alzamiento militar y mientras los partidarios de la República salen a la calle dispuestos a defenderla, Rodrigo, hermano de Andrea, prepara con los suyos la neutralización de los rojos. En esta escaramuza estúpida se produce un trágico suceso que favorece el acercamiento entre Andrea y Antonio, obrero e hijo del encargado del almacén de la empresa de don Fabián, que ha sido despedido de la fábrica por agitador. Entre ellos surgirá un amor apasionado, que se ha mantenido latente desde la adolescencia.