Pónganse de rodillas frente a sus televisores. Todos, menos Andrés Felipe, porque no es el doctor Uribe de quien vamos a hablar, sino todo lo contrario, vamos a hablar de los Santos. Pero no, tranquilos, que tampoco es de Juanma o Juanpa, como lo quiera llamar, y mucho menos de Pachito; no vamos a hablar de los que reparten mermelada, sino de los que reparten bendiciones. En este país de cafres, los santos no son muchos, o mejor dicho, son como su madre o como la mía: no hay sino una, nuestra santita, la madre Laura. Pero no hablaremos solo de ella; también de los reconocidos, los aparecidos y los por aparecer.