Los Castillo intentan adaptarse a su nueva vida sin Culebra. Cada uno lo lleva como puede. Mario se siente culpable, y Jimena no puede consolarle: ella está abatida, después de no descubrir nada en casa de Ana... ¿O si? Pronto se dará cuenta de que tiene algo que la madre de Leo quiere... Y está dispuesta a cualquier cosa con tal de conseguirlo. Incluso revelarle el paradero de Blanca. Sandra, triste, comienza a notar sin embargo que algo extraño está pasando con sus poderes. Es como si por fin pudiera controlarlos completamente. Puede tocar a quien quiera. Si solo Culebra estuviera a su lado... Por su parte, Lucia ha dejado de hablar, como si fuera muda. Los demás creen que simplemente está apenada por la ausencia de su “hermano” favorito... Pero lo que no saben es que la niña simplemente tiene miedo... de Angel. Éste, por su parte, se está dando cuenta de que a ausencia de su gran enemigo no ha solucionado sus problemas, sino todo lo contrario. Va a tener que tomar una decisión drástica... Mientras, Culebra intenta empezar una nueva vida, pero se verá sorprendido por la visita de un viejo “amigo”: Padre. El chico se resiste desde el principio, pero poco a poco el hombre comienza a convencerle... ¿Y si con sus otros “niños”, Culebra encontrara su nuevo hogar?