El Estrella Polar saltará la catarata. Ésa es la decisión final que se ha adoptado y todos están volcados en conseguir minimizar los daños: preparan redes que amortigüen los golpes, precintan camarotes, habilitan posibles vías de escape en caso de que el barco se hunda…. El capitán anima a la tripulación a que, por si ocurriera lo peor, se digan todo aquello que quieran decirse antes de saltar. Piti, obediente, interroga a Vilma sobre el padre del bebé pero las respuestas no le gustarán nada. El padre era cubano y Piti se obsesionará con la idea de que, tal vez, su hijo sea negro o mulato y eso supondrá un recordatorio constante de que él no es el padre de la criatura. También De la Cuadra convence al capitán para que siga su propio consejo y zanje sus asuntos pendientes con la doctora. Al enterarse de que De la Cuadra planea tener hijos con Salomé, Burbuja se convence de que él es el más prescindible del barco. Decide hacer un acto heroico por sus compañeros: tirarse por la catarata usando un contenedor de madera a modo de bote salvavidas para comprobar la altura de la cascada. Es la única manera de saber si el Estrella Polar aguantará o no la caída. Una situación límite que hará que salga a la luz la verdadera relación que existe entre Salomé y Burbuja. Estela le pide a Palomares que celebre una misa de urgencia, algunos alumnos quieren recibir la comunión antes de aventurarse con la caída libre. Sin embargo, Palomares no es capaz de dar la misa tal y como se siente. Está enamorado de Vilma y atraviesa, por ello, una enorme crisis de fe. Lo extremo de la situación provocará una insólita reacción en el cura del barco. Ainhoa se siente incapaz de superar el arranque de violencia que ha tenido Ulises. No puede quitarse la cabeza la saña con la que pegó a Gamboa, que ni siquiera se estaba defendiendo, ni mucho menos el golpe que ella misma se llevó por intentar separarles.