Gregorio, empeñado en hacer justicia a su difunta esposa, se enfrenta a la aseguradora y acaba perdiendo su trabajo en el banco y su casa, quedando a merced de que sus hijos le acojan como huésped: Sandra, la mayor, casada con Javi, ambos psicólogos retirados de la profesión y abducidos por el ecologismo extremo, tratan de sacar a delante una granja a las afueras de la capital. Carlos, el segundo, está casado con Pablo, un aspirante a diseñador, y ambos procuran lograr la adopción de un bebé que los llevará hasta Rusia. Alicia, que vive en una corrala rodeada de perroflautas, permanece firme en su lucha anticapitalista y feminista. Y Goyito, el menor, sumergido en un mundo infantil de comics, videojuegos y eterna inmadurez. Dado que ninguno de ellos da el paso, todos llegan a un acuerdo salomónico: se quedará, por turnos, un mes en casa de cada uno.
Gregorio se intenta adaptar a su primer hogar “de adopción”, la casa de Alicia, una corrala de Lavapiés donde cualquier detalle debe ser votado en asamblea. Gregorio se entera de que Alicia está liada con Julio, su compañero de piso. Por si esto fuera poco, Gregorio descubre que no es una relación exclusiva, y que esa pareja está abierta a nuevas incorporaciones. Por otro lado, decidido a no seguir el consejo de sus hijos y apuntarse al paro, Gregorio intentará establecerse por su cuenta como asesor financiero freelance, un movimiento que no sentará bien a sus antiguos jefes. Mientras, en la granja, Sandra, harta del aislamiento rural, está decidida a romper la negativa de Javi a instalar wifi. Goyito y Merlín, viendo una oportunidad de negocio, se ofrecerán a instalársela por un módico precio, de espaldas a Javi.
Gregorio llega a instalarse a Chueca al piso de Carlos y Pablo. Un universo ajeno y marciano para él. Todo se agrava cuando la cofradía a la que él y María han pertenecido siempre, le reclama ponerse al día de las cuotas o perder la membresía. Será Carlos el que venga al rescate de Gregorio, pero pondrá como condición entrar como miembro en ésta para desesperación de Gregorio que tendrá que bregar con su hijo y con Lupe, una dura competidora dentro de la congregación que está deseando deshacerse de Gregorio y de su hijo gay. Las cosas de la casa de Gregorio que se pudieron salvar permanecen almacenadas en un almacén vacío en la granja de Sandra y Javi. Accidentalmente, Javi se deshace de los trajes de nazareno de cofrades que Gregorio reclama y tendrán que recuperarlos. Mientras, Goyito y Merlín, que no se comen una rosca, son alentados por Alicia y Lluvia a hacerse un tatuaje para realzar su atractivo.
Gregorio se adapta a su nueva vida, es el turno de instalarse en casa de Goyito, pisando sobre cajas de pizza vacías y oyendo las explosiones de los videojuegos. Consigue un trabajo prometedor vendiendo pisos para una importante inmobiliaria, está encantado hasta que le encargan vender un lujoso piso del barrio de Salamanca: su antiguo piso. Grgorio intentará boicotear la venta por todos los medios. Y mientras, Gragorio averigua que Gonzalo, su sucesor como director de Banko Norte, y al que se la tiene jurada, debe acudir personalmente a un desahucio. Informa a su hija, y el joven director tendrá que enfrentarse con un piquete de Alicia y sus perroflautas. La reacción de Gonzalo frente al acoso de la “podemita” tendrá consecuencias imprevistas para ambos.
A Gregorio le toca alojarse en la granja de Sandra y Javi. Para Gregorio es como volver a la edad media, un infierno. En el pueblo hace migas con Alberto, un latifundista amigo de la caza y los toros. Alberto le acaba ofreciendo un trabajo a Gregorio, que ignora que se trata del mayor enemigo de Sandra y Javi. Carlos y Pablo, prosiguiendo con su meta de la paternidad, conocen a través de Alicia a Sheila, la chica de 19 años embarazada dispuesta a donarles su bebé. La joven es muy vulgar, una nini muy macarra, fiestera e irresponsable. Carlos y Pablo se ven forzados a acogerla en su piso, sin saber lo que se les viene encima. Goyito lleva un tiempo como youtuber especializado en tecnología. Pero su número de seguidores anda de capa caída. Nuria le aconseja fichar a un influencer de su instituto que les acabará comiendo la tostada.
Gregorio regresa a casa de Alicia. Descubre que su relojería de siempre va a cerrar por culpa de una casa de apuestas vecina que se expande. Alicia, al enterarse, no tarda en movilizarse y hace una sentada frente a un salón de juegos con su plataforma "Por un barrio sin juego". Gregorio, por una vez, acompaña en una protesta a su hija. Alicia, por su parte, se ha liado con Gonzalo, pero está determinada a contemplarlo como un error que no se repetirá. Sin embargo, en una asamblea de su Asociación, de la que ella es tesorera, votan cambiar la cuenta a otro banco: Banko Norte. Mientras, Carlos y Pablo siguen alojando en su piso a Sheila, la nini embarazada, cuando se les planta en casa Richi, el ex novio de Sheila.
Gregorio vuelve a ser acogido por Carlos y Pablo. La pareja, tras su incidente con los jóvenes ninis que les limpiaron la cuenta, se encuentran en un momento delicado de ánimo. El que hayan tenido que coger trabajos extra para reponer el fondo para la adopción, no ayuda precisamente al acercamiento de la pareja, sobre cuyas cabezas sobrevuela la crisis. Los cuatro hermanos andan atareados con sus cosas, sumidos en sus mundos, y a todos se les pasa el cumpleaños de Gregorio. Nadie ha comprado un regalo para su padre por lo que deciden sumarse a un regalo de emergencia propuesto por Goyito, que no se trata si no de uno de esos paquetes cutres que permiten realizar actividades y que ha ido pasado de mano en mano entre los hermanos en diferentes eventos/celebraciones.
Gregorio se entera de que hay una vacante en su banco. Se presenta como candidato para ese puesto inmediatamente, pese a que tanto Araceli como Fructuoso tratan de disuadirle. Gregorio no atiende a razones y reprocha a los otros dos que no le hayan avisado. Lo que Gregorio no espera es que el puesto era de camarero en el Work Café de la sucursal. A Nicoleta, la antigua empleada rumana de la familia, se le va a terminar el permiso de residencia y para quedarse lo tiene bastante complicado. Alicia apela a la responsabilidad de la familia con la asistenta y deciden que sólo queda una opción: que Goyito se case con ella para que pueda obtener la nacionalidad. Cuando Pablo y Carlos pasen unos días de descanso en la granja de Sandra y Javi, coinciden con las fiestas del pueblo y acaban arrastrados por sus anfitriones en su movilización contra las tradiciones del pueblo, que consisten en una vaquilla enmaromada y que acaba con un intento de secuestro de la vaquilla en cuestión.
Cuando la mujer de Gregorio, un banquero muy conservador, del Real Madrid y muy gruñón, fallece repentinamente, éste se ve obligado a cumplir su última voluntad: pasar un fin de semana con sus hijos y sus respectivas parejas en Sanlúcar de Barrameda para esparcir sus cenizas en el Guadalquivir. Aquí es donde empiezan los problemas para Gregorio, ya que su hija Sandra está casada con Jordi, un catalán muy culé al que no soporta. Su otra hija, Alicia, está saliendo con Leo, un hippy anti-sistema, y Carlos, su hijo pequeño, con el que lleva seis meses sin hablarse desde que salió del armario, se presenta con su novio Eneko, un vasco de origen senegalés