Justo en el medio, entre lo más grande que existe en el universo y lo más pequeño, estamos nosotros, los humanos. Nuestro cerebro, a pesar de que nada lo supere en complejidad, no está preparado para captar la verdad del infinito que nos rodea. Sobrevivir -no conocer la verdad- es el objetivo que la evolución le ha impuesto a nuestro cerebro. Poco importan las ondas sonoras del rugido de un león; si lo sientes a tu lado, correrás como nunca en tu vida.
Hoy, los leones, las serpientes y las arañas están lejos, la comida viene de los supermercados e incluso tenemos seguro de desempleo: nuestra supervivencia está asegurada. Sin embargo eso no nos basta, queremos saber todo sobre el universo en todas sus coordenadas.
Para ello, creamos teorías e instrumentos de medición complejos, hablamos de cifras tan grandes o pequeñas que ni tienen nombre y llegamos a conclusiones absurdas para nuestro limitado sentido común. ¡Haz la prueba! Intenta imaginar cómo una misma cosa puede estar en más de un sitio a la vez, trata de entender cómo un metro o un minuto no miden siempre lo mismo, procura deslizarte hacia un sitio que no sea ni atrás ni adelante, ni arriba ni abajo, ni a derecha ni a izquierda… Por más que tu cerebro se frustre, la ciencia sí puede imaginarlo… ¡y demostrar que sí es posible!
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