Imagina despertarte y tener a 22 personas esperando para vestirte. Una te lava la cara, otra te hace el skincare, otra te peina mientras otra te scrollea Instagram. Parece broma, pero esto, salvando las distancias, era el día a día de Luis XIV. En este episodio de Engorilamiento Cultural repasamos cómo, durante siglos, no saber hacer nada por uno mismo era sinónimo de estatus. Desde el “gran amanecer” del Rey Sol hasta las casas victorianas llenas de criados, ser inútil era un símbolo de poder. Pero ¿qué pasó cuando los sirvientes empezaron a largarse? Pues que muchos nobles no sabían ni abrocharse un botón. Literal. Lloros, quejas en prensa y crisis nacional por no tener quién te pusiera el desayuno.