Paco y Lola van a iniciar los trámites del divorcio. Mariano aconseja a su amigo, que no quiere separarse de su mujer, que finja un infarto durante su encuentro con el abogado. Paco cree que es una táctica ridícula y poco honesta pero, una vez en el despacho, decide ponerla en práctica. Lola se asusta mucho y mete a Paco en cama para ocuparse personalmente de su salud. Sara vuelve a casa e intenta hacer felices a sus padres, consciente de lo mal que lo han pasado tras habarse ido a vivir con Lucas. Lucas, por su parte, se siente cada vez más hundido. Bebe más de la cuenta y los enfrentamientos con el jefe de su nuevo trabajo son cada vez mayores. Mariano intenta que su amigo se valore más a sí mismo y para ello organiza, con la ayuda de sus compañeros, un simulacro de robo en la galería de arte donde Lucas trabaja como guardia de seguridad. Ruth, que quiere pedir el traslado, le reprocha a Don Lorenzo que sea tan desagradable y autoritario con todos. El comisario se da cuenta de que sus subordinados no le respetan y que sólo le tienen miedo. Intentará entonces mostrarse más amable y dar a conocer su lado más humano. Todos están desconcertados con la nueva actitud del jefe y, mientras, éste descubre aspectos de sus subordinados que le dejarán completamente sorprendido.