¿Hay algo más sagrado que la familia? ¿O darle esa categoría supone un exceso, un rastro de la influencia que el clan, el entorno, la tribu tenía sobre el individuo? ¿Merece la pena sacrificar todo por la familia, o estamos en el reino de lo nuclear, de familias más modernas, más adaptables? ¿Exige siempre un altar un sacrificio?