Los japoneses tienen muy presente la naturaleza efímera de la vida, la belleza y la armonía. Aunque la actividad humana ha ido cambiando los paisajes, algunas montañas han permanecido inaccesibles, cubiertas de bosques. En sus laderas se han construido santuarios y templos de la religión principal de Japón, el Sintoísmo. Cuando llegóel budismo desde China, trajo una nueva concepción de la naturaleza: los jardines se convirtieron en lugares creados por el hombre y dedicados a la meditación. En Kyoto, la tradición ha perdurado, mientras que en Tokio, los jardines del futuro crecen en las azoteas de los rascacielos. Al pie de los volcanes, los balnearios termales utilizan la energía del agua de lluvia, absorbida por las laderas del volcán, que brota caliente y a presión unos cientos de kilómetros más lejos. Las posadas cocinan con vapor natural, y los turistas descansan en agua hirviendo y se entierran en arena caliente, en lo que se dice que es un remedio perfecto