Es 1987 y Agustina es la mejor gamer de Iguala. Sin embargo, ser niña no la hace tan popular entre otros jugadores en el pequeño local de maquinitas. Una noche, al meterse a una bodega de cartuchos viejos, juega uno muy misterioso: "Esbirro". Lo que ella no sabe es que al conectarlo abrió una puerta que será difícil de cerrar.