Claudia y Oliver formaban un matrimonio anciano, religioso y familiar. Cuando un domingo no acudieron a su habitual misa, familiares y amigos intentaron localizarlos desesperadamente. Los encontrarían en su casa, en su cama, brutalmente asesinados a puñaladas, mutilados y destripados. La única pista del crimen serían unos rumores en el instituto del pueblo.