Azra Kemal tenía todo lo que quería a sus 24 años: licenciada en económicas, a punto de empezar derecho y trabajando como editora para un canal de noticias. Su fuerte sentido de la justicia le había llevado a darle voz a los más desafortunados hasta que un accidente de coche terminó con su vida. Sin embargo, la muerte no supuso el final del sufrimiento de Azra o de su familia.