Pilar averigua que el cajón que no llegaron a abrir contiene el cadáver del perro de Antonia, que se dice fue enterrado con un collar de diamantes. El cajón desaparece antes de que nadie pueda abrirlo. Francisco lleva el cajón a Felipa, quien le pide que la acompañe hasta el cementerio. Allí, Felipa le paga a un sepulturero para que lo entierre en una tumba. A lo lejos, se lo ve al brujo observándolos. Luego, Francisco regresa a la oficina de Amanda para pedirle un pago por sus servicios.